El terreno de complejidades abierto a propósito de realidades que difieren tan profundamente es el tema de este libro: Islam y Occidente, que recoge las reflexiones de cuatro agudos observadores de nuestros días, notorios, todos ellos, en sus diversas áreas. Ofrecen una mirada, desde muchos puntos de vista, sobre estas realidades tan significativas de hoy, a propósito de tan graves tensiones. Tanto es así que hay quienes se preguntan si no es la guerra el futuro de esas relaciones.
Tal vez el más conocido de los cuatro autores del libro, a nivel popular, sea el semiólogo y novelista italiano Umberto Eco. Éste se acerca al tema a través de las tradiciones, las ignorancias y las intolerancias que rigieron las confrontaciones entre Occidente y Oriente a través del tiempo, en tanto que el destacado historiador del cristianismo Andrea Riccardi, tras la poderosa carga de brutal agresividad del mundo moderno revelada el 11-S, se interna en un análisis de las tradiciones del universo islámico, al que Occidente observa como la religión de la Guerra Santa.
Otra de las voces de este libro es la del economista Michel Camdessus, antiguo director del FMI. Camdessus escribe en procura de los orígenes del fundamentalismo islámico, y los sitúa en medio de una extraordinaria pobreza, causada más por una redistribución injusta de las riquezas, en manos de elites oligárquicas, que en la penuria de los recursos.
Tenemos, asimismo, al francés Jean Daniel, director de Le Nouvel Observateur y autor de libros de ensayos, de narraciones seductoras (me refiero a El amigo inglés) y de los diarios Avec le temp (hay una versión reducida en español hay versión) y Soleils d'hiver.
Jean Daniel aborda las relaciones peligrosas entre Ocidente e Islam cuando el siglo XX se clausura con el derrumbe de las ideologías, que habían adquirido carácter de religiones. Recuerda que las religiones son más resistentes que las ideologías, y en ese sentido comenta: "El siglo XXI parece inaugurarse como la consolidación de una religión que actúa como una ideología". Dice asimismo el periodista francés que hacia el 2030 se presume que habrá 2.000 millones de fieles islámicos diseminados en 45 países, razón por la cual, estima, los estudiosos de este tema (en el que a menudo se manifiestan grandes simplificaciones) deberían ser "más humildes".
Otros de sus comentarios tienen que ver con el fracaso del progresismo árabe (se encontró carente de anclajes y de futuro), con el hecho de que el Islam nunca conoció una reforma (no olvida que el Islam significa "sumisión" a Dios, y los musulmanes lo recuerdan muy bien). Y, en fin, también señala que la modernidad posee dos características esenciales: la Revolución Francesa sustrajo al rey por derecho divino (es decir, a Dios mismo), y ve en ello, y desde ese instante, el nacimiento de la democracia, un acontecimiento que nunca se produjo en el mundo árabe.
Las reflexiones sobre este haz de problemas, que nos acompañarán por décadas, tienen en estas páginas, valiosas en su disparidad, la singularidad de ser accesibles y polémicas.