El editor estadounidense John Brockman lleva años explotando esta veta mediática de los científicos de Estados Unidos, Gran Bretaña y Australia. De él fue la genial idea de reunir periódicamente a las mentes más brillantes, provocadoras y vanguardistas de la investigación angloparlante en un foro virtual conocido como The Edge. El resultado de estas reuniones, que son auténticas tormentas de ideas sobre los más avanzado del pensamiento científico, se recoge en una colección de libros a cuál más estimulante. Uno de ellos es el que les propongo, por ejemplo, para este verano.
Bajo el título de La tercera cultura se editó en su momento una recopilación de pensamientos cruzados de mentes tan conocidas en el entorno científico como Martín Rees, Stephen Jay Gould, Lynn Margulis, Murria Gell-Man, Richard Dowkins, Marvin Minsky, Steven Pinker, Roger Penrose… La lista, de hasta 24 nombres, se confecciona con personalidades que no sólo destacan por lo puntero de su trabajo, sino que ofrecen una visión vanguardista, un concepto claramente moderno de la ciencia. Todos ellos desarrollan su trabajo en áreas difusas del conocimiento, en zonas aún fronterizas. No son técnicos, académicos, burócratas o clínicos, sino auténticos pensadores del quehacer científico, filósofos del siglo XXI.
A lo largo de las páginas de este libro podemos entender hasta qué punto el avance de las ciencias ha llegado a una encrucijada peligrosa en esta centuria recién estrenada. ¿Es posible que la razón esté en trance de conocer sus límites? ¿Será verdad que el desarrollo científico ya carece de márgenes demasiado anchos para el progreso? Si el siglo XIX y los comienzos del XX fueron el tiempo de los grandes pasos adelante (Darwin, Einstein, Freud…), ¿el siglo XXI está condenado al ajuste fino, a la ausencia de revoluciones científicas, al dominio de la técnica y de la tecnología sobre la teoría?
Si algo bueno tiene la ciencia es que dota a los que la practican de suficientes herramientas como para conocer sus imperfecciones. La pléyade de autores que habitan estas páginas ha realizado un ejercicio de modestia infinita al recorrer las limitaciones de cada una de las áreas de su conocimiento. ¿Qué nos queda por demostrar sobre la evolución humana? ¿Sabremos algún día que le ocurrió al Cosmos en su primer microsegundo de vida? ¿Podremos definir la conciencia humana? ¿E imitarla artificialmente?
Éstas eran algunas de las preguntas más candentes de filosofía científica al comienzo del XXI. Y aunque el libro no es nuevo, merece la pena repasarlas, porque apenas han envejecido.
Brockman se ha convertido en el ágora de la moderna ciencia. Su foro y sus publicaciones son la mejor oportunidad para saber qué piensan los que piensan sobre ciencia.