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CIENCIA

El universo neanderthal

Muy cerca de Madrid, apenas a una hora de la isla de calor asfáltico y seco, el río Lozoya riega un valle de increíbles condiciones para la buena vida. Al menos para los ciervos, las cigüeñas negras, los buitres, las nutrias y algún que otro visón americano, invasor probablemente liberado de alguna granja por ecoterroristas ágrafos afiliados a Greenpeace.

Muy cerca de Madrid, apenas a una hora de la isla de calor asfáltico y seco, el río Lozoya riega un valle de increíbles condiciones para la buena vida. Al menos para los ciervos, las cigüeñas negras, los buitres, las nutrias y algún que otro visón americano, invasor probablemente liberado de alguna granja por ecoterroristas ágrafos afiliados a Greenpeace.
El valle del Lozoya.
Dicen que parte del agua que bebemos los madrileños procede de este valle, donde hasta hace poco no era raro ver vacas libérrimas en busca de pasto. Hoy es más difícil; entre otras cosas porque han sido espantadas por la continua afluencia de periodistas y autoridades locales durante los meses de verano.
 
Y no es que vayan a fotografiarse con el lirón careto o a buscar alguna pluma de buitre negro (preciado tesoro de este bello animal en peligro de extinción): periodistas y políticos van a ver a los muchos y buenos científicos que trabajan desde hace ya siete campañas en los yacimientos arqueológicos de Pinilla del Valle.
 
Es este un proyecto de envergadura que, por estar demasiado cerca de Madrid en el espacio y demasiado cerca de nuestra era en el tiempo, quizás no haya recibido la atención que merece. A pesar de ello, un equipo dirigido por Alfredo Pérez González, Enrique Baquedano y Juan Luis Arsuaga desentierra con envidiable tesón puñados de material rocoso del suelo no recalificado de la Comunidad de Madrid y busca huellas de la primera presencia humana en esos lares.
 
Se mueven entre restos de industria lítica, molares humanos, esqueletos de habitantes ya difícilmente encontrables como el lince ibérico y sorpresas como el hallazgo de un horno de cal de hace 1.300 años, estos sabios arqueólogos y paleontólogos, que además tienen tiempo para derramar alguno de sus conocimientos sobre una audiencia más lega. Me refiero a los ciclos de conferencias dirigidos por Baquedano en las cercanías del referido valle del Lozoya bajo el título de El universo neanderthal.
 
No cabe duda de que el hombre de Neanderthal es la estrella de todo yacimiento ibérico que se precie. A los amantes de la paleontología nos embarga una suerte de fascinación por ese primo cercano que nos abandonó a mitad de camino de nuestra conquista del planeta. Nos perturba lo que se nos parecen, su capacidad de sobrevivir en la inhóspita Europas glaciar, imaginarlos mirando con asombro a esos otros sapiens, menos rústicos, procedentes de la calidez africana...
 
En el fondo, pareciera que, cuanto más conocemos de esos homo, más nos asalta la culposa sospecha de que la naturaleza pudo no haber elegido al mejor. Nosotros ganamos, pero a cambio sufrimos el castigo de vagar ya para siempre por el mundo en solitario: quizás por primera y última vez en la historia homínida, somos los únicos representantes vivos de nuestra especie.
 
Mientras los expertos de Pinilla del Valle preparan nuevas campañas de excavación en busca quién sabe si de evidencias definitivas sobre los neanderthales que pisaron hace 40.000 años estos suelos, hoy rendidos al mandato de Esperanza Aguirre, no está mal repasar lo mucho o poco que saben de ellos los que más saben, o sea este libro, conclusión publicada de las conferencias antes citadas; un repaso a los restos neanderthales del Occidente ibérico, al misterio que aún envuelve a esta especie y a su relación con la nuestra, a su expansión por el Mediterráneo…
 
El universo neanderthal es una obra de fondo profesional pero accesible a todos los públicos, y sobre todo gratificante, por cuanto se trata de una labor surgida del empeño divulgador de los propios protagonistas de la historia.
 
 
ENRIQUE BAQUEDANO (coord.): EL UNIVERSO NEANDERTHAL (I). Ibersaf (Madrid), 2007, 242 páginas.
 
JORGE ALCALDE dirige en LDTV el programa VIVE LA CIENCIA.
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