Hasta entonces había publicado siempre en un modesto pero selecto sello editorial, Sellerio. Sus novelas, casi todas ellas históricas y ambientadas en la Sicilia del XIX, no pasaban de los 5.000 ejemplares.
Después de esa primera novela policial, Camilleri no ha dejado de figurar entre los grandes autores de éxito en Italia. Eligió, según cuenta él mismo, el nombre de Montalbano para su principal protagonista porque era un apellido muy común en Sicilia y también como homenaje a Manuel Vázquez Montalbán, escritor que le gustaba "muchísimo" y, dicho sea de paso, también de gran éxito por aquel entonces entre los lectores italianos. El detective Pepe Carvalho y el comisario Salvo Montalbano, cuyas aventuras se desarrollan siempre en Sicilia, compitieron en las librerías italianas a finales de los 90 y a principios del siglo XXI.
Sin embargo, nadie piense que Camilleri es un Vázquez Montalbán a la italiana. Creo que hay diferencias esenciales, por suerte para el primero, entre estos dos autores. Quizá sus biografías tienen muchas cosas en común: por ejemplo, ambos fueron militantes del Partido Comunista. También sus obras tienen rasgos externos parecidos: para empezar, son novelas policiales, género que exige adaptarse a ciertos cánones y convenciones. Esas reglas pueden actualizarse, modificarse en algunas partes, incluso transgredirse, con imaginación y técnica, pero la policial es, por encima de otra consideración técnica, una novela muy guardiana de la ortodoxia narrativa.
Camilleri y Montalbán se adaptan con disciplina al grandísimo género literario del siglo XX, pero con una diferencia esencial: mientras Camilleri se cree el género, al menos en esta novela que comento, hasta elevarlo al nivel del arte, Vázquez Montalbán lo usa como una mera estrategia narrativa para proyectar su rollo ideológico y su prédica política. Mientras Camilleri mantiene vivo el interés de la fábula y la coherencia en la acción, sin olvidar nunca las energías primarias del juego, de la novela, que no otra cosa es el disfrute estético, Vázquez Montalbán está constreñido por una falsa seriedad didáctica, una obsesión ideológica por discernir geométricamente entre lo "importante" y lo "interesante", entre lo "bueno" y lo "deseable". El italiano me trae a la memoria lo mejor de Simenon, Borges y Bioy Casares; el español, por el contrario, sólo me trae oscuros recuerdos de malas novelas negras, donde la mera denuncia de lo social y político no deja holgura a la expresión genuinamente artística. Literaria.
La novela de Camilleri es también una mirada profundamente intelectual al presente italiano. La Italia de hoy, especialmente Sicilia, está magistralmente expresada en esta novela. A diferencia de lo que ocurre en la pobre literatura española actual, Camilleri no da la espalda a la realidad. Esta literatura está encarnada en su época. Es gran literatura. La frontera entre la política y el delito, entre lo ilegal y lo legal, entre lo fabulado y lo real, está descrita de forma tal que el lector no puede dejar de sentirse interpelado constantemente por el narrador. Al lector no sólo se le sugiere que visite mentalmente esos límites, sino que se sienta concernido a descubrir e indagar por su cuenta.
Un nuevo discurso realista y culto, lleno de sugerencias y ganas de vivir, salpicado de ironía y humor, emerge de la escritura de Camilleri. La influencia intelectual de Sciascia aparece en el fondo de la obra de aquél. La indagación sobre el poder del sinuoso y siempre brillante Sciascia repercute directamente en la novela del creador de Montalbano.
El libro se compone de tres relatos. El ritmo y el estilo de los tres varían considerablemente, porque han sido escritos en épocas diferentes. Lo único en común, nos explica el autor en una nota, es la ausencia de delitos de sangre.
"Siete lunes" es el título del primero. Aparece Montalbano ya en Vigata, un lugar inventado, un pueblo ficticio de la Sicilia profunda, donde transcurren casi todas sus novelas, rodeado de todos los personajes secundarios e inolvidables que apoyan sus investigaciones: Catarella, el más bruto de los policías; Arguello, que se pierde por una falda; el jefe superior Bonetti, que siempre está de mal humor; y Fazio, Galluzzo, Gallo… La historia se presenta como algo ridículo: alguien que mata animales cada vez de mayor tamaño. Siempre ejecuta en lunes, y siempre deja una nota al lado del animal muerto. Primero es un pez, luego un perro, más tarde una cabra; un burro será el próximo, y un elefante… El problema es cuál será el próximo. Es una especie de "asesino" en serie de animales que puede terminar en lo peor. El caso está lleno de humor y sutileza. Para resolverlo, habrá de recurrirse a un intérprete muy especial de la Cábala. Nadie dejará de reírse con esta disparatada historia.
El segundo relato, que da título al libro, es un viaje al pasado de Montalbano, cuando aún era un subcomisario en un pueblo de montaña a la espera de un ascenso, un subcomisario que sueña con una casita al lado del mar, con el olor a salitre al amanecer… El sueño se hace realidad. Por cierto, hay una página descriptiva dedicada a Sicilia que es, sencillamente, sensacional. El reciente comisario explora lleno de alegría el nuevo destino soñado: Vigata. El nuevo destino no hará, sin embargo, cambiar su norma de actuación, de vida, siempre en la frontera de lo que le dicta su corazón y marca la ley.
El tercero, "Regreso a los orígenes", que comienza con una discusión interior de Montalbano sobre a quién leer primero, a Borges o a Chavarría, no sólo es más complejo que los anteriores, sino que muestra la nueva realidad de la mafia a partir de la resolución de un extraño secuestro-exprés. Mientras resuelve y piensa el caso en cuestión, no deja de leer, y pensar, casi de filosofar, sobre lo sugerido en los libros.
La transformación de las costumbres, las viejas creencias, las debilidades políticas y administrativas y las nuevas ideas de la Italia contemporánea, o mejor, de la Sicilia profunda, son sintetizadas con ironía y espíritu burlón en esta novela de Camilleri. Entretenimiento de calidad es lo aporta este "gran artesano de la escritura", y muchas páginas para pensar.