No existe nada parecido al "derecho a abortar", pero aún así el del aborto es un negocio que está promocionando insistentemente toda clase de organismos internacionales, empezando por las Naciones Unidas, como queda de manifiesto en El Imperio de la Muerte, la completa investigación que ha llevado a cabo David del Fresno. Gracias a las campañas que lanza la ONU, campañas que están llenando las arcas de una plétora de organismos internacionales, ONG y fundaciones, el aborto está poco menos que imponiéndose en buena parte del mundo, sobre todo en los países menos desarrollados.
Hasta las instituciones onusinas menos sospechosas de dedicar su tiempo a la promoción de dicho crimen desempeñan un papel preponderante en esta campaña de alcance mundial, que tiene por objeto convertir el aborto en una herramienta más para el control de la población. Así, el Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados (Acnur) destina parte de su presupuesto a poner las técnicas abortivas al alcance de menores de edad desplazados. Lo llama, eufemísticamente, "protección de la salud reproductiva". ¡De seres humanos que no tienen edad para reproducirse!
Los planes para implantar el aborto en el Tercer Mundo no dejan nada al azar; contemplan incluso el ataque sistemático y la difamación de las madres de familias numerosas, esas "inconscientes" que han traído al mundo más niños de lo que consideran pertinente los burócratas de la ONU.
Todo forma parte de esa absurda idea de que la única manera de acabar con la pobreza y el subdesarrollo pasa por limitar la población de los países del Tercer Mundo, para lo cual el Occidente civilizado se ha propuesto imponer unas técnicas de control demográfico más propias de regímenes racistas y totalitarios que de los dedicados al progreso global.
La realidad nos dice que tal idea es profundamente errónea. Nunca el hombre ha vivido mejor que ahora, y nunca ha habido tantos hombres sobre la Tierra. Y es que el progreso necesita el concurso de un capital humano cada vez mayor. De hecho, si la población mundial se redujera a la mitad (cosa que haría inmensamente felices a los burócratas internacionales), el bienestar general se vendría abajo de forma estrepitosa, así como, por razones obvias, las posibilidades de que siguiéramos avanzando en el campo de la tecnología. En otras palabras, podemos ser muchos y ricos o pocos y pobres. La ONU y la miríada de entidades promotoras del aborto eligen lo segundo; lo cual tiene su lógica: a largo plazo, quienes las manejan serán lo suficientemente ricos como para no preocuparse del destino de los demás.
El Imperio de la Muerte es una denuncia muy bien documentada de todo el montaje puesto en marcha alrededor del aborto, así como una espléndida herramienta para conocer sin tapujos el tenebroso destino que las instituciones internacionales están dando al dinero de la gente.
DAVID DEL FRESNO: EL IMPERIO DE LA MUERTE. QUIÉN SE ESTÁ FORRANDO CON EL NEGOCIO DEL ABORTO. Sekotia (Madrid), 2008, 381 páginas.