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CIENCIA

El cielo en una botella

La ciencia mata el misterio, dicen. En su afán por reducir el mundo a un puñado de fórmulas matemáticas, agosta la parte más bella del entendimiento humano, la capacidad de sorpresa. La ciencia es, por eso, aburrida, poco romántica, fría y descreída, aseguran. Será porque no han leído El cielo en una botella...

La ciencia mata el misterio, dicen. En su afán por reducir el mundo a un puñado de fórmulas matemáticas, agosta la parte más bella del entendimiento humano, la capacidad de sorpresa. La ciencia es, por eso, aburrida, poco romántica, fría y descreída, aseguran. Será porque no han leído El cielo en una botella...
El hilo conductor es sorprendente. Parte de una de las preguntas más veces realizadas y respondidas en la historia de la divulgación: ¿por qué el cielo es azul? Hoy sabemos que la coloración del firmamento no es más que un efecto óptico, una ilusión producida por la dispersión de los rayos de sol al rebotar sobre las partículas de agua y polvo de la atmósfera. El cielo azul no es tangible, no se puede empezar a ver azul en un momento determinado de una supuesta ascensión. No es azul el cielo cuando se observa desde arriba… No existe.
 
Muchas obras de divulgación científica han utilizado esta sencilla pregunta como metáfora de la curiosidad cotidiana. De hecho, es uno de los títulos más recurrentes para ese tipo de trabajo que consiste en recoger preguntas curiosas, anécdotas y dudas sobre física, química o biología y que tan buenos resultados da en divulgación popular.
 
Si se hubiera quedado ahí, este libro no merecería una reseña como ésta. Sin embargo, el autor ha ofrecido un enfoque radicalmente opuesto de la cuestión. No se trata de explicar qué se sabe sobre el color azul del cielo, sino qué no se sabe. De ese modo, la pregunta cotidiana se convierte en una reflexión con una elevada carga de misterio, porque, a pesar de todo lo que la física conoce sobre la luz, su realidad como onda, su composición y descomposición, el azul celeste sigue siendo una materia imposible de reproducir en el laboratorio, imposible de encerrar en una botella.
 
Peter Pesic.La obra recorre los intentos más excelsos de encerrar el azul del firmamento en un tubo de ensayo, desde los albores del pensamiento científico hasta nuestros días. Con este truco, Pesic nos endilga toda una lección de historia de la ciencia. Por sus páginas pasan Aristóteles, Descartes, Leonardo, Newton, Einstein, Goethe, Ruskin, William Thomson. En un relato hilvanado y rítmico, a medio camino entre la divulgación biográfica y la explicación técnica, Pesic logra convencernos de que tras la aparentemente prosaica respuesta científica a la milenaria pregunta hay toneladas de poesía, aventura, pasión por el conocimiento y arte. Quizás, eso sí, más pasión y más poesía cuanto más nos remontamos en el tiempo.
 
Porque si bien es cierto que los amantes de la ciencia consideramos que el relato científico puede ser hoy tan emocionante como el poético (pruebe, si no, a reflexionar en casa sobre la constatación de que el oro de su anillo de compromiso y el hierro de la sangre de sus hijos son los mismos que hace miles de millones de años nacieron en el corazón de una estrella), también es cierto que la investigación científica vivió tiempos más dados a la pasión y a la literatura que los presentes. Antaño, cuando las mentes que se dedicaban a preguntarse por la naturaleza física de las cosas eran, además, cultivadas en la retórica, las artes, la música y el viaje (lejos de la superespecialización del conocimiento del mundo de hoy), era más fácil encontrar momentos de magia en medio de una conferencia sobre física de partículas.
 
Algunos de esos momentos, referidos a la pesquisa intelectual sobre la naturaleza del firmamento, quedan aquí recogidos; por ejemplo, éste, tomado de una carta en que John Tyndall expresa su admiración por sir William Thomson, uno de los científicos más completos que hayan existido jamás: "He observado con inmenso placer el golpe de su cimitarra a través de los átomos y las moléculas. No habrá paz en el espíritu hasta que no sepamos algo definitivo sobre su tamaño y características físicas". ¿Se escribirán los científicos con tanta pasión ahora?
 
 
PETER PESIC: EL CIELO EN UNA BOTELLA. HISTORIA DE LA PESQUISA SOBRE EL AZUL DEL FIRMAMENTO. Gedisa (Barcelona), 2007, 279 páginas.
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