Cuando Óscar Blanco, Fernando Echeverría y David Miner meten en nuestra casa a Zapatero nos entra la risa floja, a medias entre el cachondeo y la angustia. Reímos, sí, pero sabemos que al día siguiente el gag de turno se puede convertir en realidad.
Los políticos suelen decir que no les importa verse imitados –también dicen que leen y escuchan música clásica– porque sólo se refleja su caricatura. Pero si la imitación es moral, si el imitador consigue incluso anticiparse a sus acciones más vergonzantes, entonces les llaman fascistas. Vamos, que a Zapatero lo que le molestó fue que Blanco, Echeverría y Miner se adelantaran a lo que de verdad tenía pensado decirle al aspirante a dictador indígena Evo Morales. Por eso a Evo no le incomodó la broma. Manejó información privilegiada, obtuvo las mismas ventajas y encima pasó por campechano entre los progres.
César Vidal ya ha cogido la costumbre de advertir a los oyentes de su Linterna que cuando escuchen un corte de Zapatero, Bono o Moratinos no lo confundan con una broma del Grupo Risa. Y lo hace no tanto porque la voz sea igual –que lo es– como por lo difícil que nos ha puesto este Gobierno distinguir entre la ficción y la realidad. Si Mariano Rajoy fuera fiel a su acertado diagnóstico sobre el presidente, el bobo solemne, no le entrarían tantas ganas de pactar con él a fondo perdido.
El lector de Don Evo, le habla el presidente descubrirá cómo se las arreglan tres personas para liar las que lían y seguir siendo unos tipos normales. No lucen pelopincho, ni los calzoncillos al aire, y además cogen el teléfono. Son normales porque al que trabaja todo el día no le queda tiempo para buscar a quién parecerse por fuera.
El libro nos ofrece una primera parte en la que José Cable relata cómo se conocieron, de dónde procede cada uno, en qué lugar trabajan, lo sucio que está el lugar en que trabajan, a qué hora llegan a la radio, cuánto tardan en grabar una pieza, cómo se llevan con Federico... y si Federico se ha atrevido a entrar en el lugar en el que trabajan. Sí, en "la cuadra", que así llaman al estudio en el que engendran, editan y graban maldades tan dañinas como la que da título al libro. Si las paredes hablaran...
¿Qué humorista –políticos aparte– ha conseguido provocar un conflicto diplomático con una imitación? Bueno, ¿y qué presidente puede llevarse bien con Evo Morales? Lo segundo sí que es de chiste. Así que si leen con atención este libro descubrirán la verdadera historia de la broma que más teletipos, reuniones de embajadores y declaraciones oficiales ha generado en España. Toda una broma de Estado.
Pero el Grupo Risa, la COPE y todos sus oyentes también necesitaban saldar una cuenta pendiente con el Gobierno. ¿Se acuerdan de cómo intentaron cargarse a este ingenioso trío y, de paso, a la emisora entera? Pues con una gran y soez mentira por la que todavía no se han dignado a pedir perdón. Aquí nos recuerdan cómo se les acusó de hacer un montaje fotográfico (¡pero si trabajan en la radio!) con las ministras en posturas (físicas) obscenas.
El montaje existía, sí, y sus autores se aprovecharon del éxito de Blanco, Miner y Echeverría robándoles el nombre para perpetrar sin gracia su bromita en una web llamada gruporisa.com. Aunque en Libertad Digital dimos cumplida cuenta de lo ocurrido, conviene repasarlo, porque lo cuentan de maravilla, al detalle. Sigue resultando asombroso.
Don Evo... recoge también la transcripción de las mejores piezas emitidas por el Grupo Risa en la COPE. Y como el ingenio de los guiones radiofónicos hay que escucharlo, incluye un CD con una selección de montajes, entre los que se encuentra, además de la llamada de Zapatero a Evo Morales, el famoso rap de Pedrojota. El Grupo Risa no ha descuidado detalles. Lo comprobará el que los lea, escuche y se deje llevar por una guía de audición que ni la Deutsche Grammophon, oiga.
En definitiva, estamos ante un libro-disco que nos hará llorar; unas veces de risa, otras de auténtica pena, por la losa que aquel 14-M cayó sobre todos los españoles.
Y luego, claro, dirán que la COPE crispa. Pues bendito sea Dios.