Al autor culto, conocedor de los clásicos, la crítica le coloca en la estela de Borges, y si bien no es del todo desacertada la observación, este Bestiario de Gabriel Sofer entronca de forma mucho más clara con cualquier diálogo de Platón y con Hesíodo, así como con algunos maestros de la fábula: Esopo, La Fontaine o Samaniego.
Se trata del segundo libro de Sofer publicado en España. El primero, Al final del mar, era una colección de relatos que obtuvo el premio Sintagma Novel. Con Bestiario y fuga Sofer, enigmático autor del que apenas hay imágenes y que no aparece en público, se atreve a reinventar el género de la fábula. Mezcla la narración de la vida de diversos animales e insectos en Brooklyn con disquisiciones filosóficas entre un cuervo cínico y un sufridor palomo.
Al contrario que en otras obras, donde el animal convive como un personaje más entre los hombres (pienso, por ejemplo, en El bosque animado de Wenceslao Fernández Flórez), el ser humano es casi invisible en estas páginas. Se le menciona como si fuera un fenómeno meteorológico. Desprovisto de individualidad, sus acciones, en cambio, afectan a los personajes. Son los animales quienes adquieren personalidad, una personalidad que surge de su propia naturaleza:
Las termitas nacieron con la vocación del hambre, vocación que en los primeros tiempos fue difusa y vaga, pero con el tiempo ha ido concretándose hasta convertirse en la única certeza fundamental que tiene toda termita, la certeza del hambre por las cosas humanas.
El palomo sobrevolará la ciudad preguntando y preguntándose si los animales pueden escapar de su naturaleza. La crueldad del gato, la timorata domesticidad del perro, las guerras entre hormigas y termitas, ¿es todo esto inevitable, o cabe la corrección, el cambio? La experiencia de cada criatura da al lector una respuesta diferente.
Con pocos personajes y en pocas páginas, Sofer consigue tratar una gran variedad de temas de forma profunda y conmovedora. Bestiario y fuga es un gran libro de ideas, pero también de sensaciones y sentimientos. El acercamiento de Sofer a la filosofía dialogada no resulta en frialdad, sino que a través de las situaciones que dibuja consigue evocar toda la crueldad y la compasión de la naturaleza, e implicar al lector en el destino de cada uno de los animales que por aquí desfilan.
La prosa de Sofer es de aliento largo, efectiva, no efectista; sin dramatismo, resuelve las situaciones de forma exacta ("bombas de relojería que explotan en el momento preciso", según Luis Alberto de Cuenca). En esta narración compuesta de fragmentos breves no hay el menor capricho de autor. Por lo que hace a las intensas ilustraciones de Lina Vila, que ha realizado una concienzuda lectura de la obra para captar su atmósfera, entroncan con la tradición del bestiario medieval.
No sé si muchos lectores se acercarán a esta fábula contemporánea. El concepto, desde luego, resulta extraño, pero quien lo haga se encontrará con un autor diferente y emocionante, que bebe de lo clásico para componer un texto actual, atrevido y distinto.
GABRIEL SOFER: BESTIARIO Y FUGA. El Olivo Azul (Córdoba), 2010, 128 páginas.