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REGRESO A BARATARIA

Antes de viajar a Cuba

Se puede viajar a Cuba con muy diversos propósitos. Se puede ir de turista más o menos inocente (nunca del todo) y se puede ir con ánimo de hacer negocio (algo menos inocente todavía). También hay gente que va a la isla, la muy leal isla de Cuba, para conocer de primera mano la realidad y, en la medida de lo posible, ayudar a quienes sufren el régimen castrista, los disidentes y en general la inmensa mayoría de la población, a la que se le impide tomar decisiones que en España, o en cualquier otro país, consideramos irrelevantes de puro triviales.

Se puede viajar a Cuba con muy diversos propósitos. Se puede ir de turista más o menos inocente (nunca del todo) y se puede ir con ánimo de hacer negocio (algo menos inocente todavía). También hay gente que va a la isla, la muy leal isla de Cuba, para conocer de primera mano la realidad y, en la medida de lo posible, ayudar a quienes sufren el régimen castrista, los disidentes y en general la inmensa mayoría de la población, a la que se le impide tomar decisiones que en España, o en cualquier otro país, consideramos irrelevantes de puro triviales.
Quien viaja a Cuba con este propósito se encuentra con dos realidades. Una es la vida cubana, su profunda originalidad, su peculiaridad, y la raíz española, metamorfoseada y al mismo tiempo concentrada, en virtud de décadas de aislamiento. Hay imágenes en Cuba, edificios de La Habana, haciendas en el interior de la isla, calles, iglesias, costumbres, nombres e incluso sonidos que a un español le resultan tan familiares como los de su país. La llamada independencia de la isla fue más que nada una escisión, una derrota para España, pero también para Cuba, que ha marcado trágicamente el destino de dos pueblos. Ninguno de los dos ha sabido, más de un siglo después, recuperarse de aquella humillación.
 
Por eso visitar Cuba es obligadamente, para quien tenga un poco de sensibilidad, redescubrir un pedazo de su propio pasado, pero un pasado que no lo es del todo, que sigue formando parte del propio carácter y que sin duda, aunque algo misteriosamente, tendrá un papel importante en la definición de nuestro futuro como españoles.
 
Claro que eso será cuando Cuba empiece a salir de la pesadilla en que está metida desde la revolución. Viajar a Cuba para ver de cerca la realidad de la isla es por ahora enfrentarse al monstruo totalitario, mirarlo a los ojos y desafiarlo.
 
No todo el mundo tiene el valor de hacerlo. Sí lo tuvo Rafael Rubio, que además ha contado la experiencia en un libro, Regreso a Barataria. Acaba de ser publicado por la Asociación Española Cuba en Transición, fundada por el propio Rafael Rubio con Matías Jové. Rafael y Matías pertenecen a una nueva generación de españoles, españoles libres, que detestan el totalitarismo y dedican buena parte de su tiempo y su esfuerzo a ayudar a quienes más los necesitan, ya sean los machacados por las dictaduras o quienes sufren la pobreza.
 
Es una generación más numerosa de lo que parece. Están en la enseñanza, en los medios de comunicaciones, en los partidos políticos (más exactamente en uno, que los suele desaprovechar) y en las organizaciones que ellos mismos han fundado, como es en este caso la AECT.
 
La verdad es que Regreso a Barataria descubre en Rafael Rubio un autor inesperado. Son páginas escritas sin la menor pretensión literaria. Por eso mismo, por su sencillez y su claridad, permiten al lector conocer de primera mano una realidad a la que no estamos acostumbrados.
 
El libro no se dedica a la reflexión política. Cuenta lo que su autor vivió y contempló durante su estancia allí. Con el complemento de unas fotografías muy hermosas (de Ana Belart), nos acerca a gente que intenta vivir su vida, a veces con resignación, otras con algo de humor todavía. También nos deja intuir, como lo debió de intuir más de cerca el propio Rafael Rubio, lo que debe de ser vivir en un zulo –la expresión es de Montaner– desde hace medio siglo.
 
La referencia cervantina del título y de muchos de los nombres que aparecen en sus páginas, tan entretenidas como amenas, es algo más que un guiño. Lo que tiene de cervantino el viaje de Rafael Rubio es el contraste profundo entre el empeño por imponer una ideología y la realidad. Ahora bien, nada más lejos de Sancho y su ínsula Barataria, aquella breve y frustrada utopía popular, que la delirante ambición comunista. Las páginas de este viaje nacen más bien de una forma de ver el mundo a ras del suelo, realista, sin pretensiones, pero que con sólo hacerse pública en forma de libro empieza ya a vencer los entuertos y desmanes del monstruo totalitario. Lo sanchopancesco, como en el fondo del espíritu cervantino, hace suya la esperanza en la verdad y la justicia.
 
Lean Regreso a Barataria y comprenderán por qué un libro que retrata una realidad tan sórdida es también un libro lleno de alegría de vivir. No duden en comprarlo en Criteria (no se distribuye en librerías), y ayudarán a la mejor de las causas posibles. Y si tienen previsto viajar a Cuba, no encontrarán mejor guía ni mejor forma de purgar sus posibles pecados.
 
 
RAFAEL RUBIO: REGRESO A BARATARIA. Aduana Vieja (Valencia), 2006; 161 páginas. Prólogo de CARLOS ALBERTO MONTANER.
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