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ESTADOS UNIDOS ¿vs? EUROPA

América, que te pierdes...

El británico Daniel Hannan mira a la otra orilla del Atlántico y lo que ve no le gusta un pelo: los Estados Unidos de América probándose los ropones de la Unión Europea. Se le caen entonces los palos anglos del sombrajo: lo que le faltaba al mundo mundial: la Tierra de los Libres procurando ser esta otra cosa, espesa, fatua y estatólatra, que no podía tener otra capital que Bruselas, con b de burocratona.


	El británico Daniel Hannan mira a la otra orilla del Atlántico y lo que ve no le gusta un pelo: los Estados Unidos de América probándose los ropones de la Unión Europea. Se le caen entonces los palos anglos del sombrajo: lo que le faltaba al mundo mundial: la Tierra de los Libres procurando ser esta otra cosa, espesa, fatua y estatólatra, que no podía tener otra capital que Bruselas, con b de burocratona.

"Verdaderamente, un futuro europeo ¿es tan terrible?", se pregunta Hannan, tan british comme il faut que no nació en las Islas –como Orwell, como Saki, como Kipling–. "Sí", corto y claro. "Hacedme caso, amigos. Soy miembro del Parlamento Europeo desde hace once años. Conozco de primera mano qué significa el modelo político europeo". "Viví en el monstruo y le conozco las entrañas", que diría Martí, casual y paradójicamente en alusión a los Estados Unidos de América que Hannan pretende salvar de sí mismos. Volvamos a nuestro británico peruano (Lima, 1971), que así describe a los líderes del continente menos Viejo que Desfasado:

Su genialidad, piensan, descansa en haber dado con una tercera vía europea entre los excesos del capitalismo americano y el totalitarismo del comunismo soviético. (...) Ahora vemos adónde conduce eso: a la rozagante burocracia, al aumento del gasto, a unos impuestos más altos, a un crecimiento más lento y al auge del desempleo.

No sé si les suena la vaina.

Europa, con esa prepotencia estupefaciente suya, mira por encima del hombro a los USA que la salvaron de sí misma en esas dos veces que fueron dos guerras mundiales. Porque es que los yanquis son brutos, se sobra, mientras las mejores universidades del planeta están en Yanquilandia. Porque es que los gringos no entienden lo del go!, pero si no llegan a quedarse igual estábamos aún con el brazo en altoalemán o con el puño color rojo Kremlin de tan cerrado. Porque es que... cómo decirlo, nos pusieron el Plan Marshall –tampoco fue para tanto, dale que te pego con la carraca–, y ya gastan en Defensa por nosotros, y nos facilitan la vida con sus ventanas y sus manzanas y demás cachivaches gloriosos, y nos divierten con sus películas y sus series, sus deportes y sus músicas. En fin, intolerable.

La Europa estupenda de posmoderna que es, con su buen rollito y su spleen que tanto se parece a la pachorra, en cuanto la rascas se te desconcha, advierte Hannan. Es una suerte de aldea Potemkin descomunal, tremenda trola:

La que describen es una UE de alto crecimiento, democracia plena e influencia global en auge. Pero esa UE sólo existe en los comunicados de la Comisión Europea, en los despachos de prensa del Consejo de Europa y en las resoluciones del Parlamento Europeo.

La legislación europea es del género declamatorio, una manera de mandar un mensaje o de mostrar que quienes la elaboran se preocupan mucho por los asuntos de que tratan. Pero nadie espera que guarde relación con el mundo real.

Un mundo en el que Europa cada vez pinta menos, o pinta mucho pero muy frecuentemente para mal, y en el que o mucho cambian las cosas o lo va a pasar pésimo. Económica, demográfica, geoestratégicamente hablando.

***

¿Y a cuento de qué se le han saltado a Hannan todas las alarmas? A cuento de Barack Hussein Obama, que habrá nacido en Hawaii de padre keniata y madre de Kansas pero parece alumbrado en la mera mole estrasburguesa. A él lo que le pone y le motiva, afirma el tory, es convertir la Tierra de los Libres en la de los Serviles (a Papá Estado, of course):

Dice que quiere una América más justa, una América más tolerante, una América menos arrogante, una América más engranada. Cuando sopesas el cliché, lo que esas frases significan es más impuestos, menos patriotismo, un mayor protagonismo de las burocracias públicas y transferencia de soberanía a las instituciones internacionales. En otras palabras, el presidente Obama quiere que los Estados Unidos se parezcan más a Europa.

Pero no que se parezcan más en modo darse un aire sino clónico; el suyo es un plan de europeización total, omnicomprensivo:

sanidad europea, asistencialismo europeo, impuestos energéticos europeos, guarderías europeas, educación superior europea, incluso una política exterior europea, basada en el maridaje con las tecnocracias supranacionales, el desarme nuclear y la renuencia a desplegar fuerzas en el exterior.

Luego le dirán cosas y se enfadará, el señor presidente. Pero es que resulta que América no es Europa, de la que nace pero a la que en buena medida se opone. ¿América, de hecho, es lo que pudo ser Europa, pero o no supo o no quiso? Sea como fuere, el Atlántico, efectivamente, tiene dos orillas. Que pueden complementarse o contraponerse, pero que ni mucho menos son idénticas. Los ejemplos que esgrime Hannan son harto elocuentes:

La doctrina fundacional de los Estados Unidos era que las decisiones tenían que estar descentralizadas (...) Los que fijaron el marco habían sido testigos de qué es lo que sucede cuando el poder está concentrado y se propusieron tener controlados a los gobernantes. La UE tiene el imperativo fundacional justamente opuesto. Sus patriarcas, marcados a fuego por la experiencia de la Segunda Guerra, se propusieron aglutinar a sus naciones, centralizar el poder y asegurar que las decisiones quedaran en manos de expertos neutrales que no tuvieran que preocuparse por la opinión pública.

(...) La Constitución de los Estados Unidos tiene que ver con la difusión y la democratización del poder. Los Tratados de la UE, por contra, comprometen a sus signatarios, en su artículo 1, a establecer "una unión aún más estrecha". La Constitución de los Estados Unidos, con todas sus enmiendas, tiene 7.200 palabras. La Constitución de la UE, ahora formalmente conocida como Tratado de Lisboa, tiene 76.000 (...) La Constitución de los Estados Unidos, en particular la Declaración de Derechos, tiene que ver sobre todo con la libertad del individuo. La Constitución de la UE tiene que ver sobre todo con el poder del Estado.

(...) Como los Estados Unidos han sido concebidos siguiendo una línea que podríamos denominar jeffersoniana, han solido tener gobiernos reducidos, autoridades locales fuertes, un próspero sector privado, un sistema asistencial limitado, unos impuestos relativamente bajos y bastante escepticismo hacia las tecnocracias globales. La UE, que gira en torno al concepto de unión "aún más estrecha", tiende a seguir el camino contrario.

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Aciertan. Este Why America must not follow Europe es un ensayito poderoso, muy recomendable para los europeístas, para los euroescépticos y hasta para los indiferentes, a ver si así se les quita la tontería.

"Os merecéis algo mejor, primos", concluye Hannan. ¿Nosotros también?

 

DANIEL HANNAN: WHY AMERICA MUST NOT FOLLOW EUROPE. Encounter Books (Jackson, Tennessee, USA), 46 páginas.

MARIO NOYA, jefe de Suplementos de LIBERTAD DIGITAL.

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