Angelo Codevilla no es un autor conocido por el público español. Pero es todo un personaje. Yo tuve la suerte de conocerle poco después de que abandonara el comité de inteligencia del Congreso americano, allá por 1985. Acababa de publicar su libro sobre el papel de la inteligencia en el mundo contemporáneo y estaba plácidamente instalado en la Hoover Institution, en la Universidad de Stanford, en Palo Alto, en las afueras de San Francisco; y empezaba su otra gran obra, el tratado sobre estrategia War: ends and means. Ya entonces me llamó poderosamente la atención, no tanto por su radicalidad, su innato querer ir a la raíz de las cosas, como por su aversión a dejarse guiar por las modas intelectuales de cada momento.
Volví a encontrarle muchos años después; en Europa, concretamente en Roma, en el 2002: allí, con una botella de vino toscano sobre la mesa, volvió a darme una lección sobre cómo luchar contra Bin Laden y sus secuaces. "Kill them all", fue la frase que más me repitió esa noche.
Su último libro vuelve a ser un a especie de tratado. Al gusto de los clásicos a los que tanto sigue, lo ha concebido como un manual de uso para los actuales dirigentes políticos, que a su juicio están siguiendo un curso más que equivocado.
Vaya por delante que no es una obra fácil de leer, ni por su estilo ni por su contenido. Aunque es de obligada lectura. Codevilla es un autor culto que lucha contra la mitología imperante en la cultura estratégica y contra los mitos sobre los que se fundamenta lo políticamente correcto. Y para rebatir a liberales, neoconservadores y realistas no duda en echar mano de su conocimiento histórico. Al lector no familiarizado con la historia política de Norteamérica, algunos pasajes pueden resultarle complicados, aunque sólo sea por los nombres y las citas. Con todo, insisto en que es imprescindible.
Codevilla trata de acabar con las lacras de la modernidad y la progresía e intenta devolver un cierto sentido de realidad a la política exterior de los Estados Unidos y, por derivación, de cualquier democracia liberal que se precie. Para él, el peor de los males que padecemos estriba en que buena parte del establishment político –de izquierda, centro y derecha– tergiversa continuamente la realidad, y la enmascara con frases bonitas pero hueras. De hecho, el libro arranca con un capítulo, titulado "Use el diccionario", en el que arremete sin piedad contra las convenciones lingüísticas preferidas de nuestros líderes y diplomáticos. ¿Por qué a los incivilizados se les llamó "subdesarrollados" y luego "países en desarrollo"? ¿Por qué a lo que siempre se ha llamado "prestigio" se le denomina ahora "soft power"?
Este libro, decía, no es fácil, porque encierra una crítica demoledora de los axiomas que nos han ido inculcando los progres de todos los partidos, si se me permite parafrasear a Hayek. Y es una crítica tan demoledora que nos sitúa en un terreno incómodo. Nos deja en parte desnudos o desprovistos de nuestros clichés. Pero eso, a la vez, es lo mejor de estas páginas. Su carácter de revulsivo.
Al estar planteado como un curso de repesca o recuperación para dirigentes políticos, los diversos capítulos abordan cada uno una temática distinta, desde el uso del lenguaje a la gestión de la inteligencia, pasando por aquello de que las guerras están para ganarlas. En su conjunto, es un compendio bastante brutal, por sincero, auténtico y directo. Como quien lo escribe.
Lo que no acabo de entender es por qué a esta generación de hooverianos, a la que también pertenece Victor Davis Hanson, les da por volver a los clásicos de la estrategia y la naturaleza humana (para entenderles hay que conocer el Leviatán de Hobbes sobre todas las cosas)… y por la viticultura en el valle del Napa, de donde salen algunos de los mejores caldos californianos. Ahora bien, no me quejo: no hay nada más entretenido que hablar con ellos disfrutando de sus obras y sus vinos.
Mi consejo: si quiere de verdad disfrutar de este libro, hágalo con una copa de un buen tinto en la mano. No se arrepentirá. Y seguramente lo verá todo mucho más claro. Ah, y no se olvide: si lucha, que sea para ganar. Y si puede, mátelos a todos. Es lo que hacían más que bien nuestros clásicos. Por algo sería.
ANGELO CODEVILLA: ADVICE TO WAR PRESIDENTS. A REMEDIAL COURSE IN STATECRAFT. Basic Books (Nueva York), 2009, 316 páginas.
Volví a encontrarle muchos años después; en Europa, concretamente en Roma, en el 2002: allí, con una botella de vino toscano sobre la mesa, volvió a darme una lección sobre cómo luchar contra Bin Laden y sus secuaces. "Kill them all", fue la frase que más me repitió esa noche.
Su último libro vuelve a ser un a especie de tratado. Al gusto de los clásicos a los que tanto sigue, lo ha concebido como un manual de uso para los actuales dirigentes políticos, que a su juicio están siguiendo un curso más que equivocado.
Vaya por delante que no es una obra fácil de leer, ni por su estilo ni por su contenido. Aunque es de obligada lectura. Codevilla es un autor culto que lucha contra la mitología imperante en la cultura estratégica y contra los mitos sobre los que se fundamenta lo políticamente correcto. Y para rebatir a liberales, neoconservadores y realistas no duda en echar mano de su conocimiento histórico. Al lector no familiarizado con la historia política de Norteamérica, algunos pasajes pueden resultarle complicados, aunque sólo sea por los nombres y las citas. Con todo, insisto en que es imprescindible.
Codevilla trata de acabar con las lacras de la modernidad y la progresía e intenta devolver un cierto sentido de realidad a la política exterior de los Estados Unidos y, por derivación, de cualquier democracia liberal que se precie. Para él, el peor de los males que padecemos estriba en que buena parte del establishment político –de izquierda, centro y derecha– tergiversa continuamente la realidad, y la enmascara con frases bonitas pero hueras. De hecho, el libro arranca con un capítulo, titulado "Use el diccionario", en el que arremete sin piedad contra las convenciones lingüísticas preferidas de nuestros líderes y diplomáticos. ¿Por qué a los incivilizados se les llamó "subdesarrollados" y luego "países en desarrollo"? ¿Por qué a lo que siempre se ha llamado "prestigio" se le denomina ahora "soft power"?
Este libro, decía, no es fácil, porque encierra una crítica demoledora de los axiomas que nos han ido inculcando los progres de todos los partidos, si se me permite parafrasear a Hayek. Y es una crítica tan demoledora que nos sitúa en un terreno incómodo. Nos deja en parte desnudos o desprovistos de nuestros clichés. Pero eso, a la vez, es lo mejor de estas páginas. Su carácter de revulsivo.
Al estar planteado como un curso de repesca o recuperación para dirigentes políticos, los diversos capítulos abordan cada uno una temática distinta, desde el uso del lenguaje a la gestión de la inteligencia, pasando por aquello de que las guerras están para ganarlas. En su conjunto, es un compendio bastante brutal, por sincero, auténtico y directo. Como quien lo escribe.
Lo que no acabo de entender es por qué a esta generación de hooverianos, a la que también pertenece Victor Davis Hanson, les da por volver a los clásicos de la estrategia y la naturaleza humana (para entenderles hay que conocer el Leviatán de Hobbes sobre todas las cosas)… y por la viticultura en el valle del Napa, de donde salen algunos de los mejores caldos californianos. Ahora bien, no me quejo: no hay nada más entretenido que hablar con ellos disfrutando de sus obras y sus vinos.
Mi consejo: si quiere de verdad disfrutar de este libro, hágalo con una copa de un buen tinto en la mano. No se arrepentirá. Y seguramente lo verá todo mucho más claro. Ah, y no se olvide: si lucha, que sea para ganar. Y si puede, mátelos a todos. Es lo que hacían más que bien nuestros clásicos. Por algo sería.
ANGELO CODEVILLA: ADVICE TO WAR PRESIDENTS. A REMEDIAL COURSE IN STATECRAFT. Basic Books (Nueva York), 2009, 316 páginas.