La moda del perro-flauta, para empezar, debería estar subvencionada. ¿No?, ¿acaso no son los progres los que defienden la ayuda estatal? Si hasta la moda española de los diseñadores de Cibeles ha estado subvencionada. Aunque ellos de perro-flautas tienen poco. Devota&Lomba, por ejemplo, en 2011 recibió 60.000 euros con el PSOE. También Amaya Arzuaga, unos 30.000, según el BOE. ¿Curioso, no? En 2012 Devota&Lomba sale a concurso de acreedores con un agujero patrimonial de 239.504 euros, y Amaya Arzuaga cierra su tienda de la Calle Lagasca –su única tienda en Madrid-.
Pero eso es un tema aparte. El estilo del perro-flauta tiene varias particularidades que la semana pasada traté de manera superflua. El color malva, morado, lila… es decir, todo tinte cercano al sentimiento republicano es un básico en sus armarios. El rojo-amarillo-rojo está prohibido. ¡Tomad nota! Por supuesto, el rojo, el color de la pasión; pero un rojo sobre tejidos pobres, ropajes anchos, arrugados, no ajustados, y nunca acompañados de un amarillo. Ése es el color del auténtico perro-flauta.
¿Y el pelo?, ¿que aún no saben cómo debe ir el pelo? El hombre, largo si puede ser y recogido en coleta, y si va sucio mejor; si pasan calor, llevarlo rapado es otra opción. ¿La chica? Hay una tendencia imperante que es la del peinado dogsflut reversible. Me explico: si la chica tiene la suerte de contar con una melena abundante y larga, puede raparse uno de los dos lados –o el izquierdo o el derecho, aunque tiran siempre para el izquierdo-. Rapado uno de los dos lados, queda de tal forma que por un lado hay pelo y por el otro no. Bien. Hasta aquí me siguen. La gran ventaja de esto es que si mañana tienen una entrevista de trabajo, optando a algo más serio si lo comparamos con "eso" que practican y promulgan, –dando por hecho que se quitarán el piercing de la nariz o del labio, además de esconderse esos horribles tatoos que las marcarán de por vida-, se peinan, con la raya en medio en el pelo, consiguiendo así tapar ese fragmento del cuero cabelludo vacío. Si no lo ilustran, buscad en Google ‘Image’ <melena larga rapado lado>. Por supuesto, aunque ya no sea original, el pelo con multi-trencitas africanas o las llamadas rastas siempre serán una apuesta segura para acudir a una huelga general –de esas que minan la economía del país- o a un 15M, por ejemplo.
Otro detalle más: las mochilas. Si caen, cual saco lleno de piedras, va muy bien. Es un indicio de que hay herramientas de violencia para "ejercer la justicia" del pueblo. Las botas, aun con 35 grados en Madrid, de cuero –aunque mejor un material que deje constancia, incluso desde lejos, de que no es piel, porque hay que sostener la mentalidad ecológica-, con un toque heavy-metal, acompañado de shorts o faldas también es muy dogflute’s style que triunfará las siguientes temporadas. Vamos, un clásico. Fijaos que hasta aquellas "pijas" del anuncio de Loewe iban así… -sí, hombre, el anuncio aquel de "enamorarse es guay" del año pasado-.
Nunca, nunca, les pido, nunca se les ocurra ir a una manifestación de semejantes características en tacones –si acaso una plataforma, pero sin cuña alguna-; tampoco vayan vestidos con colores pastel o con alguna prenda de piel, insisto. Los tonos pastel son aborrecidos por esta especie –descartad, sobre todo, el rosa palo y el azul celeste-; menos aun vayan de traje, con mocasines, con un look marinero o un conjunto de cuadros escoceses. ¡No! No lo hagan. De hecho, tengan a mano alguna pegatina que promulgue la idea de los sindicatos –y que salte a la vista con facilidad-. Si se os viene una avalancha de especímenes revolucionarios, péguense esa pegatina en la frente y por unos segundos simulad ser uno de ellos. Alzad la mano y gritad <¡el pueblo unido, jamás será vencido!>.
No hace tanto que oía decir a un historiador que las personas que vivimos hoy debemos nuestra existencia al gen de cobardía de nuestros antepasados, pues para sobrevivir nos hemos tenido que esconder en más de una ocasión. Más que cobardía, pienso que hay una componente de azar o de la Divina Providencia que decide salvar a algunos pues tienen aun una labor en este mundo. Pero creo que en esto de las revueltas, queridos lectores, somos una minoría; por lo que hemos de protegernos. ¡Y, si nos tenemos que comprarnos un perro y una flauta, se hace!