De esta guisa ha definido Alfredo Pérez Rubalcaba la candidatura armada por los etarras, proetarras, filoetarras, simpatizantes, cooperadores necesarios o no, y demás herederos de la antigua Herri Batasuna. No me extraña lo más mínimo. El terrorismo, en el cálculo que realizan estos sociatas, ha golpeado directamente a unas diez mil familias, lo que se traduce en no más de cuarenta mil personas afectadas especialmente. Así, Rubalcaba estima que el resto de España, es decir, los casi cincuenta millones de personas restantes, prefieren la tranquilidad de saber que en lo sucesivo no se van a ver dañados por ningún atentado de la ETA.
Para el candidato socialista a la presidencia del Gobierno de España, las víctimas son sólo un lastre, una especie de mosca cojonera que hay que soportar. Claro que para hacer comulgar a la mayoría de la sociedad española con ruedas de molino como esta, se requiere una conjunción de acontecimientos. En primer lugar, que la prensa amiga ponga toda la carne en el asador para crear la apariencia de que la ETA no es tan mala, y de que, al fin y a la postre, había un conflicto finalmente resuelto de modo satisfactorio. En segundo lugar, debe convencer a muchos ciudadanos de que la paz es lo más importante, y de que el precio de la misma es irrelevante porque, repitiendo una frase absurda y descontextualizada de Ghandi, la paz es el camino. En tercer lugar, ha de lograr arraigar en la conciencia de miles de electores que la postura de las víctimas se basa en el rencor y en la falta de generosidad. Y por último, pero no menos importante que las anteriores, hace falta que el principal partido de la oposición, al menos, haga el don Tancredo, en lugar de echar la pata adelante y darle el pecho al toro.
Sin duda, Rubalcaba conoce mejor que Rajoy cuál va a ser el próximo paso de la ETA y, además, en el PSOE ya ha dado casi todo el mundo por supuesto que se va a bailar al son del tamboril y el txistu con melodía etarra. Ante el último comunicado de los terroristas, el líder del PP ha colocado su postura bajo capa de obrar con la prudencia necesaria. Sin embargo, si los etarras sacan otro comunicado antes del día 20-N, como es previsible, le pesará no haber estado junto a las víctimas el próximo sábado en Madrid. Si bien, como dice Rubalcaba, se habrá quedado fuera de juego "un poquitico más".