Se yerra el tiro si se piensa que el problema es de organizacion territorial, o de financiacion, como Mariano Rajoy nos pretende hacer creer. Estaríamos atacando el humo en lugar de atacar el fuego. El problema es el nacionalismo, que es absolutamente incompatible con España y su diversidad. El nacionalismo sólo cree en su homogeneidad, y quiere acabar con la diversidad que desde el inicio ha configurado España.
Las autonomías han dado a los nacionalistas un poder financiero, educativo, social y cultural enorme, y sin embargo el nacionalismo ha ido incrementando su demanda secesionista. El problema no se soluciona dándole más poder; nunca estarán satisfechos, porque lo que quieren es la ruptura de España, como así lo manifiestan públicamente Artur Mas, Eguíbar, Otegui.
¿Y a estos personajes les tenemos que dar más poder? ¿A quien busca nuestra ruina?
El federalismo no es intrínsecamente perverso; lo que es perverso es su utilización en España, porque es un arma para desunir cuando debiera ser para unir. El federalismo no tiene ningún sentido en nuestra historia. En los países federales el camino ha sido así: territorios desunidos sin tener mucho que ver históricamente querían formar una unión, y como existían grandes diferencias entre ellos crearon un Estado federal, con el que poco a poco se llegó a la unión.
En España el camino es completamente diferente. Estamos unidos, se da poder a los enemigos de España y estos lo utilizan con absoluta impunidad para ir desuniendo. Pero no tienen Estado (aunque sí el reconocimiento de nacionalidad), por lo que el PSC pide un Estado federal que se lo daría. ¿A unos enfermos de poder totalitario le vamos a dar más poder, y esperamos que les dé un ataque repentino de fidelidad a España y de amor por la libertad?
Analicemos los problemas que tenemos: terrorismo, segregación lingüística sin libertad de escoger la lengua vehicular de enseñanza; tergiversación de la historia en los colegios (los libros de texto catalanes y vascos enseñan lo que no sucedió pero les hubiera gustado que sucediese), sobrerregulación diferente en cada comunidad, que dificulta la libre circulación de mercancías y personas; se blinda el uso de los ríos; se establece un mercado laboral y comercial exclusivo, se limitan las decisiones de España en la Unión Europea a la opinión de la Generalitat; se nombra asesor a Otegui, etc.
El origen de estos males, ¿es la organizacion territorial o son los nacionalistas, que han ido creando todo esto porque les hemos dado el poder y la impunidad necesaria para hacerlo? ¿Y a estos politicos les tenemos que dar más poder para que puedan seguir haciendo lo mismo, con más medios y encima dentro de la ley? Esto es lo que supondría crear un Estado federal, en la actual situación de España.
Los nacionalismos vasco y catalán han utilizado, utilizan y utilizarán el miedo para estar en el poder (ETA, Terra Lliure, segregación lingüística, multas a quien rotula en español, inspecciones de Hacienda, acoso personal, etc.).
Analicemos los problemas y sus causas; si vemos dónde están los problemas, creo sinceramente que la causa es que hemos dado poder a quienes nos quieren destruir, a los nacionalistas.
Hay quien piensa que el federalismo supondría que cada uno sería responsable de lo que recaudase y lo que gastase. Para eso creo que bastaría con hacer una ley de estabilidad presupuestaria y obligar a su cumplimiento, y no convertir a las comunidades en Estado, que es justo lo que piden los nacionalistas.
Hay quien piensa que la política de no enfrentamiento de Rajoy es buena. Bueno, yo creo que la formación crea hábitos y sentimientos. Cambiar hábitos y sentimientos es lo más complicado, por eso cuanto más se tarde en actuar, desde mi punto de vista más profundo será el problema.
Desgraciadamente, la propuesta federalista de Alicia Sánchez Camacho no es más que aquello que en las conversaciones secretas Rajoy-Mas se estaba acordando. El problema es que ninguno de los dos grandes partidos, PP-PSOE, piensan en España, piensan solo en cómo seguir unos años más en el poder. Urgen nuevas alternativas políticas.