Sé diría que en la España del siglo XXI, lo correcto es atizar a los pensionistas, como causantes de todos los males de la nación. Por ello, nada de extraño tiene, el contenido del Informe del Banco de España de bien entrado este mes.
El sistema de público de pensiones, es insostenible. Sería machaconamente la noticia. Se diría, que nuestro sistema de pensiones, lo hemos diseñado los pensionistas, cuando, somos los sufridores.
Creo que, en temas tan delicados, el ansia de protagonismo, debería subordinarse a dos sabios consejos: prudencia y recato. Dos consejos ausentes, cuando se dice que, cada jubilado recibe 1,74 euros por cada euro cotizado en su vida activa.
Naturalmente, se trata de una media. Pero es que, el sistema público de pensiones, es extraordinariamente heterogéneo, y que es incorrecto publicitar medias de magnitudes no homogéneas.
Hay grandes diferencias: el caso de los parlamentarios anteriores a la reforma de 2011, una reforma que Sus Señorías no permitieron su retroactividad, ya que eran claramente privilegiados: once años de actividad parlamentaria confería derecho a la pensión máxima, cumplidos los sesenta años, ni exigir los 35 años cotizados.
Por contra, hay cuerpos de la Administración cuya jubilación forzosa se produce a los setenta años, contrastando con las jubilaciones anticipadas en algunos sectores productivos. Lo que sí es cierto es que, la futura esperanza de vida de los españoles estuvo mal calculada por el Sistema.
Existen, sistemas especiales, como el agrícola, el marino, el de autónomos, etc. Incluso, algunos asegurados, cotizan a dos sistemas: sistema general de la Seguridad Social y Clases Pasivas del Estado; doble cotización que de nada servirá si la cuantía de la pensión supera la pensión máxima, llegada la jubilación.
Quiero decir, que de poco sirve el cálculo de la media publicitada a partir del citado Informe. ¿Diría el Banco de España que quien se jubila a los 67 años y muere a los 68, ha recibido 1.74 euros por cada euro cotizado? ¡Ay, las medias!
Pero, ante todo, la relación del cotizante con el Sistema Público de Pensiones, es la de un asegurado con su asegurador; sólo que en este caso el asegurador viene impuesto y no elegido por el asegurado. Pero las obligaciones del asegurador, dimanan del contrato de seguro y el pago de las cuotas correspondientes; no estamos ante una función social del Estado
¿Por qué, antes de hablar de sostenibilidad del sistema, no limpiamos el sistema de todos los gastos por causas no contributivas? Ni siquiera son sólo asistenciales, porque los hay de fomento al empleo… y un sinfín de subsidios y complementos varios.
No estoy abogando porque no se hagan, pero sí, que no se contabilicen como gastos del sistema de Seguridad Social. Si son fines que hay que atender, pero no asegurados, para eso están las arcas del Estado; no es justo responsabilizar al sistema de pensiones, cuando sobre él se cargan fines que no le corresponden, y que no están asegurados.