La abdicación del rey Don Juan Carlos pone punto final a un reinado histórico. Con Don Juan Carlos se cerraron casi cuarenta años de paréntesis dictatorial. Don Juan Carlos propició la restauración de las libertades, que en nuestro país siempre, desde la primera Constitución de 1812, han estado relacionadas con la institución monárquica. Con Don Juan Carlos se cerró la herida que había abierto el fracaso de la democratización de la Monarquía constitucional. Con Don Juan Carlos, la sociedad española ha conocido una etapa de prosperidad extraordinaria que nos ha colocado entre las economías más ricas y avanzadas del mundo. Y como en nuestro país la institución monárquica está íntimamente relacionada con la continuidad de la nación, lo que se ha restaurado en estos años es la vigencia de la idea nacional española.
El reinado de don Juan Carlos ha hecho posible, por tanto, un país abierto, moderno, pluralista, democrático y próspero. El famoso "juancarlismo" de los primeros tiempos (si es que alguna vez existió) ha dejado paso a una nueva vigencia de la Monarquía. Como era de esperar, esta legitimidad es moderna. Depende tanto de los mecanismos tradicionales como de un plebiscito al que los monarcas se enfrentan día a día.
Desde esta perspectiva, no debería extrañar que en nuestro país haya quienes dicen preferir otro régimen, aunque sea en contra de todo lo que nos ha enseñado la historia y la naturaleza de la nación española. Más preocupante es que a lo largo de estos 39 años los gigantescos éxitos que hemos conocido no hayan logrado consolidar una idea inteligible de nuestro país, que es tanto como decir una idea inteligible de lo que nos constituye como españoles.
Eso, sin embargo, no le correspondía a Don Juan Carlos. Su figura queda relacionada para siempre con una etapa extraordinaria de nuestro país, al que el Rey ha sabido rendir un servicio histórico.