En su flácida retahíla de exhortaciones a que el Gobierno catalán renuncie al referéndum, Rajoy ha recurrido a la suave reconvención, al juego sucio (después del GAL, llamar 'guerra sucia' a las maniobras coercitivas del ministro Jorge Fernández Díaz es una frivolidad), a la designación de Sáenz de Santamaría como embajadora de buena voluntad, al Tribunal Constitucional, a la UDEF, a Macron, Merkel y Juncker, a la fiscalización de las partidas presupuestarias... La estrategia no sólo no ha brindado ningún fruto sino que, muy al contrario, ha envalentonado a los insurrectos, que incluso se jactan de disponer de censo y urnas, esto es, de gobernar en la más absoluta opacidad, al punto de que ni siquiera se creen obligados a rendir cuentas al resto de partidos del Parlament, ya no digamos a la prensa.
En este trance, Rafael Hernando acaba de anunciar que el Ejecutivo descarta la aplicación del artículo 155, disfrazando de imposibilidad técnica lo que, en puridad, no es más que una clamorosa ausencia de voluntad política. Una dejación de la que cabe colegir que Rajoy tampoco prevé decretar el estado de excepción (que pasaría, según me decía hace unas semanas en una agradabilísima cena un ex conseller de la Generalitat, por la intervención de TV3 y la clausura de la sede en que se pretenda efectuar el recuento). Para ello, y conforme a la lógica de la graduación, tendría que haber consumado, como primera medida, el bloqueo de las transferencias. En este sentido, poco importa que haya sido Hernando, que no es ministro, el responsable de endilgar el marrón a los jueces en nombre de La Moncloa, en lo que constituye una reveladora anomalía sintáctica.
Así las cosas, la integridad del Estado no tiene más garantía que la cachazuda confianza de Rajoy en que al adversario le acaben temblando las rodillas, lo que en su quimera debe de traducirse en una cascada de dimisiones de altos cargos que lleve a Cataluña al desgobierno, o en la negativa de los mossos d'esquadra a cumplir órdenes contrarias a la legalidad, o en un 0-5 del Madrid en el Camp Nou, aunque sea vistiendo de verde. Nada, en fin, que impida que esta entrada de la wikipedia adquiera, a partir del 1 de octubre, rango de jornada histórica.
No le faltaba razón al eurodiputado de ERC Josep Maria Terricabras cuando, en abril de este año, en una conferencia en la selecta escuela Súnion, se congratulaba únicamente de que Cataluña estuviera en España (min. 38:50)."Francia", aducía, "ya nos habría aplastado".