Sólo pensaba escribir una letras, a modo de coda, pues ya todo está dicho, sobre cómo la inefable Valenciano fue iluminada mientras veía Jesucristo Superstar (This Josemari must die, must die, Josemari must die…); entonces se podía fumar en los cines y, sin duda, la Valenciano había fumado cierta hierba, de la que Ángel González confesaba haber pastado praderas enteras; pero tengo entendido que la tontuna nacional dispone –no sé si por mandato positivo o consuetudinario– que estando en campaña electoral vengo obligado a ceñirme al tema y a repartir en alícuota diatriba la columna, so pena de multa.
Así pues, me atengo a Camacho, al fin y al cabo, aquí es simple; aquí todo pasa entre dos, y a media luz, como en el tango; o, si acaso, entre dos y un voyeur, si es que consideramos a Izquierda Unida al régimen como parásito autónomo, valga el oxímoron.
Vamos, pues, a lo que nos dejó el primer finde electoral. La Monja Boba, que así la llamaría Alfonso Guerra, si fuera del PP –si él o ella, da igual, uno de los dos, fuera del PP–, compartió cartel en Málaga –¡oiga, qué llenazo!– con la Suprema de Triana (somos un partido honesto, dijo ésta entre calada y calada), y confesó que quiere exportar a Europa el modelo andaluz. Ya se sabe: fiscalidad confiscatoria, educación bananera, paro, miseria, corrupción y sumisión... ¿Qué hacemos?, dijo, ¿agachamos la cabeza...?, como la criatura todavía no está muy puesta, porque le aburre estudiar, la concurrencia tuvo que ayudarla a exponer la estrategia que le ha dado al Partido 30 años de hegemonía en Andalucía: síííí, agachamos la cabeza y extendemos la mano, a medio recorrido del brazo, tímidamente, como hacía la Régula, la mujer de Paco el bajo, al tiempo que: "Gracias, señorita Susana". Lo dijo Albiac el otro día:
"Un elemento de gratificación". Me mantienen, en un nivel más o menos miserable, pero me mantienen (...) y yo les hago ricos (...) No hay economía, no hay más que parasitismo (...)
Claro que peor me parecen las cosas en el otro lado del diván. ¿Peor que eso? Sí, peor. Porque, cuando el PP, última esperanza, única alternativa real al corrupto régimen del PSOE-IU, a lo que aspira es a ser admitido como socio en la banda, no queda ya ni dignidad ni esperanza. Juanma Moreno (ya podéis llamadme Juanmamo) ha abdicado de la ética. Se ha creído, con su oferta de Gran Coalición andaluza, o pelillos a la mar, que es Maquiavelo. Como si aquí no hubiese ocurrido nada en estos últimos treinta años. Piensa que sin escrúpulos y con su inmarcesible sonrisa va a cautivar al personal. No sabe que al público le gusta lo auténtico (rechace imitaciones); que para canallas sin escrúpulos el régimen tiene 500 mejores que él y que para sonrisas ya tenemos al Risitas. ¡Pobre Maquiavelo de pacotilla! ¡Pobre Andalucía!
Mas, también, hay flores entre la cochambre, afortunadamente. Hay gestos –y a veces, un solo gesto basta– que valen como un reino. Como, según cuentan los papeles del lunes, el de la Asociación Defiendo Mi Derecho y la Gestión Pública, un grupo de funcionarios que libran la única batalla que –claudicado el PP– se da contra el corrupto régimen andaluz. Y aunque algunos la sabemos perdida ya de antemano, ellos tienen, al menos, el pudor y la dignidad de no capitular. Ingenuamente tenaces y tercamente ingenuos, sostienen con su dinero y su dedicación una lucha desigual. Resisten irreductibles, sin que los mamporros mercenarios de la justicia los dobleguen, ni las amenazas del régimen los intimiden ni la desidia del PP –que debería hacer lo que ellos hacen: defender la Constitución– los desanime. Un ejemplo, pues, que honra a los andaluces. ¡Que cunda!