Hace bastante tiempo, aproximadamente 25 años, un altísimo cargo socialista en la Junta de Andalucía, hombre trabajador, inteligente, íntegro y bondadoso –todo ello en grado superlativo–, en confidencias con su chófer, se lamentaba de su situación: "José, yo no sirvo para esto; para esto, hay que ser muy sinvergüenza". Lógicamente, dejó la política, aun rechazando tentadoras, muy tentadoras, canonjías. También el Partido, pero de eso se encargaron sus correligionarios, a los que incomodaba tener en el aparato a una persona decente y con autoridad moral. Creo que con él se marchó de las alturas de la Junta (hablo de viceconsejero para arriba) la última persona decente. Si alguno queda, que me perdone; ahora no caigo.
El desocupado y avispado lector excusará el exordio, pero es indispensable para explicar por qué ahora, tanto tiempo después, el PSOE de Andalucía, cuando tiene que dar lecciones de ética, se ve obligado a recurrir a Jonnhy Caspar. "Estoy hablando, no me importa decirlo, de ÉTICA".
Jonnhy Caspar o Álvarez de la Chica, portavoz del PSOE en el Parlamento andaluz, cuya vergüenza hace honor a su apellido, o, incluso, lo engrandece, imparte lecciones magistrales de ética en la sala de los pasos perdidos (¡qué se creían!, no iban a ser nuestros parlamentarios menos perdidos que los diputados). Ha tachado al PP de Andalucía de ser una máquina gigantesca de blanquear dinero negro; y ha dicho que se asemeja a la "Cosa Nostra". No sé por qué se cabrean los del PP y presentan querella, si esto induce más a la risa que a otra cosa. El PP andaluz es la purísima concepción al lado del PSOE; aunque si Jonnhy de la Chica habla de mafia será por algo, porque de eso entiende tela.
Este maestro, desertor de la tiza, ascendido en su partido a catedrático de ética –por aquello de que el tuerto es el rey en el reino de los ciegos–, desempeñó la Secretaría General del PSOE en Granada entre el año 2000 y 2010. Durante su mandato, consiguió llevar a su partido a cotas de corrupción nunca vistas en Granada, y que difícilmente podrán superarse (aunque esto es una forma de hablar; batirán la marca, sin duda; tienen dotes). La Guardia Civil llegó a realizar una investigación patrimonial sobre altos dirigentes socialistas porque sus peculios, muy llamativos, no concordaban con sus ingresos por trabajo. Pueden consultarse en la prensa los casos Nevada (Pedro de Tena ofreció en LD un clarísimo resumen de la urdimbre); o la conocida como "trama de Tetuán"; o el caso Cañavate, vicepresidente de la Diputación, forzado a dimitir; o los de Albolote, Armilla, Freila, Atarfe, Motril, etc. Con esas credenciales no es de extrañar que lo hicieran miembro del Gobierno; por cierto, uno de sus primeros actos oficiales en Granada fue un desayuno con los probos chicos del PSOE, que costó al contribuyente 5.000 euros. ¡Dios, cómo tragan!
Este ciudadano transparente, como el personaje de Mijaíl Bulgákov, mientras fue consejero de Educación cobró casi 50.000 euros en virtud de un acuerdo secreto del Consejo de Gobierno, cuyo conocimiento vedaron incluso al mismísimo Parlamento. El maestro transparente también se negó a revelar a los representantes del profesorado quiénes eran los miembros de las comisiones de reclamación de evaluaciones, y conforme a qué criterios eran designados. Ejercicio de transparencia con el que el oscurantista Tribunal Superior de Justicia de Andalucía ha acabado recientemente, reputándolo impropio de un Estado de Derecho.
Y es que, a semejanza del Jonnhy Caspar de Muerte entre las flores, el socialismo andaluz habla incesantemente de transparencia y, no les importa decirlo, de ¡ética!