Ni el afán de protagonismo del megalómano presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ni su aparente obsesión por dar la vuelta al mundo en avión privado -pagado por los contribuyentes- deben apartar nuestra atención de lo verdaderamente sustancial. Lo verdaderamente grave es que la excursión caribeña para rendir pleitesía a la dictadura más longeva de América Latina terminará sirviendo para blanquear uno de los regímenes comunistas más crueles y sanguinarios de la historia moderna, el de los hermanos Castro y su blanqueado heredero, Miguel Díaz Canel.
Por una parte, la visita del doctor presidente terminará debilitando las -pocas- resistencias que los países europeos puedan tener ante los cantos de sirena del castrismo, con una entusiasmada Alta Representante a la cabeza; por otra, debilita también las ya muy mermadas fuerzas de la heroica oposición, que, en la mayor parte de los casos, ha optado por exiliarse junto a los más de dos millones y medio de cubanos residentes fuera del país -cuando no ha sido, sencillamente, repudiada, liquidada o asesinada-. Se trata, y es necesario recordarlo cada día, de uno de los mayores exilios políticos de la historia moderna.
Cuba sigue siendo una dictadura. Más sanguinaria y cruel que a lo largo de la mayor parte de los casi 60 años en que ha contado con el beneplácito, aquiescencia o directamente complicidad de buena parte de la izquierda internacional más doctrinaria. A pesar de contar con no pocos países -empezando por España- que ven en cada amanecer un gesto de apertura, Cuba sigue reuniendo el mayor contingente de presos políticos, a lo que se une el hacinamiento, la represión menos visible o la tutela sobre dictaduras aun más crueles, como las de Venezuela y Nicaragua. A los ellos se han unido sistemáticamente tanto los simplemente ingenuos como los oportunistas que han creído ver un nuevo Eldorado -o simplemente salvar parte de las deudas pendientes- en cada supuesto gesto de apertura de una dictadura que ha perfeccionado el perverso ejercicio de la propaganda. Unos cuantos de ellos han acompañado a Sánchez y su señora en su periplo caribeño.
Los datos objetivos publicados por FAES tanto en su reciente Informe de derechos humanos en Cuba, 2018 (obra de Javier Larrondo, director para Europe de Unpacu) como en América Latina en cifras y Una agenda de la libertad para América Latina(coordinados ambos por el profesor de ciencia política Eduardo Fernández) atestiguan que Cuba vive la mayor ola represiva desde la Primavera Negra de 2003.
La reverencial actitud de Sánchez ante el dictador cubano y su negativa a atender las reiteradas demandas -casi súplicas- de la heroica oposición denotan, además, un talante escasamente democrático, que debe ser denunciado a viva voz. Para algunos, entre los que me encuentro, tal cosa no supone una sorpresa sino la constatación de lo anticipado por el doctor-presidente con decisiones como la de gobernar a golpe de decreto, revocar los poderes parlamentarios otorgados en las urnas a su incómoda mayoría del PP , los burdos intercambios con los autodeclarados enemigos de España o el abuso del CIS y de RTVE como maquinarias de burda propaganda socialista.
Con este PSOE en la Presidencia del Gobierno, España está en riesgo, y, por lo que acabamos de ver en Cuba, muchos luchadores de la libertad en Iberoamérica, también. De nuestra capacidad de reacción depende en buena medida el futuro de la democracia, aquí en España y allí, en América Latina.
José Herrera, director de Relaciones Internacionales de FAES.