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José García Domínguez

Y la ganadora será… Colau

En esa misma encuesta se acusa recibo también de dos constataciones estadísticas demoledoras para la alcaldesa.

En esa misma encuesta se acusa recibo también de dos constataciones estadísticas demoledoras para la alcaldesa.
La alcaldesa de Barcelona, Ada Colau | EFE

Como es sabido, el barómetro municipal de Barcelona acaba de hacer pública una encuesta de su particular cosecha según cuyos resultados el partido de Ada Colau, Barcelona en Comú, conseguiría ganar por segunda vez las elecciones (en las anteriores, recuérdese, la fuerza más votada resultó ser la candidatura de los separatistas de izquierda encabezada por el octogenario Ernest Maragall). Puesto que el pronóstico se antoja a priori tan contraintuitivo, circunstancia a la que procedería sumar el escepticismo que siempre suscitan esos sondeos promovidos por algún poder cuyos intereses se ven concernidos en las conclusiones, la tentación fácil para el opinador pasaría por acusar de manipulación burda a los autores del estudio y, acto seguido, improvisar algún chiste gracioso sobre el ínclito Tezanos, todo ello antes de poner el punto y final al artículo.

Desde la honestidad intelectual, sin embargo, resulta que no es tan sencillo dejarse llevar por los caminos siempre trillados de la brocha gorda. Y no lo es porque en esa misma encuesta se acusa recibo también de dos constataciones estadísticas demoledoras para la alcaldesa. La primera afecta a su propia persona, ya que se le otorga la nota popular más baja cosechada por regidor alguno en los últimos diez años. La segunda, incluso más letal que la anterior, apela a que su equipo de gobierno obtiene el peor resultado de los últimos ¡30 años! Por lo demás, cómo entender esa aparente esquizofrenia de mis antiguos conciudadanos. Bien, pues resulta que no es difícil explicarlo.

Al cabo, sólo procede tener en cuenta dos factores. El primero, que Cataluña, el País Petit, contiene en su territorio a dos naciones distintas. Y los de una nación nunca votan, pase lo que pase, a los partidos de la otra. Por eso, Carmena perdió en Madrid y Colau aguantó en Barcelona. Un antiguo simpatizante socialista madrileño puede votar al PP, pero ningún españolista catalán votaría jamás a la Esquerra. Nunca. Segundo factor, el voto de los oponentes a Colau está hoy muy desmovilizado. ¿La razón? Ninguno de los dos únicos partidos que cuentan, Esquerra y el PSC, critica a Colau porque los dos saben que necesariamente tendrán que pactar con ella si quieren heredar dentro de dos años. Así de simple. No hay más.

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