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Sánchez ganará la batalla del indulto

Felipe ganó el referéndum de la OTAN. Y lo ganó por apelar no a la razón, sino a los sentimientos. Era un chantaje emocional.

La del indulto a esos catalanes es una batalla que el presidente Sánchez va a ganar ahora, estoy seguro. Pero también estoy seguro de que sus brasas volverán a arder más tarde, en vísperas de los comicios generales de dentro de un par de años. Ando tan seguro de su victoria ahora no por pitoniso, sino porque hace ya demasiado tiempo asistí muy de cerca, tan de cerca que estaba dentro, a las escaramuzas de otra guerra que el PSOE decidió librar contra su propia base electoral. Fue cuando el referéndum de la OTAN. Aquella campaña vivida con tanta intensidad (el diputado Pepe Zaragoza, ya entonces sórdido comisario político del PSC, nos vigilaba con espías a sus órdenes a los potenciales disidentes internos) me sirvió para aprender no de política, sino de algo mucho más importante: de la naturaleza humana. Y es que todos los militantes de mi entorno, antiguos izquierdistas que estaban radicalmente en contra de la OTAN apenas un mes antes, terminaron votando a favor el día del plebiscito. Pasará lo mismo.

Porque también cuando entonces el argumentario oficial a favor de la tesis de la dirección era en extremo mediocre ( el aparato del partido tenía en plantilla para esos menesteres, entre otros grandes cerebros, al ínclito Cotarelo, ahora palmero folclórico del separatismo catalán y antes propagandista del terrorismo blanco del GAL para su primer padrino).Aunque en aquellos tiempos había en todo un poco más de nivel, así que ni a Cotarelo se le ocurrió mentar a Nelson Mandela. Pero lo sustancial es que, no convenciendo a nadie el discurso gubernamental, Felipe ganó el referéndum. Y lo ganó por apelar no a la razón, sino a los sentimientos. Era un chantaje emocional. Si nos íbamos de la OTAN, él también se iría. La emoción dominante ahora es la esperanza. Tenemos que soltar a esos tipos para que los catalanes estén contentos, se porten bien y vuelva la concordia a España. Vana esperanza que se diluirá en la nada justo dentro de un año, cuando toda esa gente circule libre en las calles de Barcelona para encabezar la agitación a favor de un referéndum, otro, de autodeterminación. Vana esperanza, sí. Y cara, muy cara, para Sánchez.

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