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La lucha de clases en Cuba

Por un lado están los cubanos que tienen acceso a dólares y pueden abastecerse de los productos que necesitan y, por el otro, todos los demás, la inmensa mayoría.

Por muy paradójico o incluso provocador que suene, la impopularidad del Partido entre la población cubana, algo inocultable a estas alturas, procede no de que haya actuado como una organización comunista, sino de lo contrario, esto es, de haber dejado de conducirse como una fuerza comunista. Y es que, hasta los años ochenta, la cubana era una sociedad muy pobre por mor de su ineficiente economía, cierto, pero aquella pobreza general se veía de algún modo atemperada por unos niveles de igualdad muy pronunciados, algo que proveía de cierta coherencia lógica y moral al discurso político oficialista. Un cubano cualquiera se sabía muy pobre, cierto, pero exactamente tan pobres como él resultaban ser la totalidad de sus conciudadanos, excepción hecha, huelga decirlo, de los miembros del aparato del Partido. Y aquella efectiva correspondencia entre el discurso ideológico del régimen y la realidad cotidiana de la gente, por grandes que fuesen las estrecheces, suponía un factor de relativa legitimación del sistema ante la población.

Pero eso se acabó a partir de los noventa. Al igual que China, Cuba resulta ser hoy una sociedad que presenta muy notables desigualdades sociales, desigualdades profundas e inocultables a la vista pública que han terminado por corroer la credibilidad interna que le pudiera quedar al sistema. La causa última de la extinción del igualitarismo socialista que inspiró la revolución tiene que ver con la dolarización de la economía tras la apuesta desesperada por el turismo, cambio forzado por la caída de la Unión Soviética y el fin de las subvenciones procedentes de Moscú. Desde entonces, hay dos tipos de cubanos. Por un lado, los que tienen acceso a dólares y pueden abastecerse en las tiendas estatales que solo admiten esa divisa como medio de pago. Por el otro, todos los demás, la inmensa mayoría, los que solo se manejan con la moneda local, inservible para acceder a prácticamente nada. Y, para acabar de crispar el ambiente, resulta que solo los cubanos blancos poseen dólares. Únicamente los bancos; los negros, no. La razón de ello obedece a que la migración cubana a Estados Unidos, el origen de esas remesas de dólares hacia la isla, fue muy mayoritariamente blanca. Los comunistas cubanos, sí, han reinventado la lucha de clases.

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