El negro, al igual que el verde, el rojo, el azul y el morado, era antiguamente un color, un simple color, uno de tantos. Escribo en pasado porque no está nada claro que ahora mismo lo siga siendo. Y es que si convenimos que con la voz negro se continúa designando un color, un oscuro en grado acentuado por más precisar, ni siquiera siendo en extremo generosos con las percepciones subjetivas de los matices cromáticos cabría conceder que Kamala Harris pueda hacerse pasar por una persona negra. Pues resulta clamorosamente evidente, al menos para cualquiera que no haya quedado daltónico por efecto colateral de la doctrina de la corrección política, que la tonalidad de su piel en absoluto se corresponde con la definición canónica del color negro. Negra, más o menos, era la pigmentación corporal del presidente Obama. Y negra, muy claramente negra, la piel de su esposa Michelle. Pero, a simple vista, que es como toda la vida se han distinguido los colores, Kamala Harris no parece mucho más negra que Joe Biden, su pareja de baile electoral.
¿Por qué nadie dice, de momento, que Biden es negro, el segundo negro que ha ganado la nominación demócrata a lo largo de toda la historia del partido? Bueno, nadie lo dice por la única y exclusiva razón de que Biden no se ha declarado negro, solo por eso. Kamala Harris, en cambio, no únicamente ha decidido ser negra a todos los efectos, sino que también se proclama afroamericana, origen no menos improbable dado que ninguno de sus ancestros conocidos resultó ser un africano de piel negra trasladado en calidad de esclavo a los Estados Unidos. Ocurre, es sabido, que los indios, nacionalidad de su madre, no se suelen tener por afroamericanos, y los nativos de Jamaica, país del padre, tampoco consta que reivindiquen tal término para sí mismos. Lo que nos lleva a concluir que Kamala Harris es negra y afroamericana porque ha elegido ser negra y afroamericana, solo por eso. Algo que democratiza la negritud, en la medida en que todos los ciudadanos de los Estados Unidos podrán optar, al igual que Harris, por ser negros en el futuro. Instante, cuando el 100% de la población se confiese negra, en el que se acabará, por fin, la doctrina racial en Norteamérica.