En un muy celebrado alarde de liberalidad, el presidente Monago, de Extremadura, ha decidido emplear mis impuestos para bajar los tributos a sus votantes. El presidente Monago, de Extremadura, es un desprendido liberal con el peculio del prójimo. Porque esas cuentas del Gran Capitán de Badajoz resulta que las pagamos a escote entre los madrileños, los baleares, los catalanes, los valencianos y hasta el señor de Murcia a quien tanto riñe en las reuniones del Consejo de Política Fiscal y Financiera. Rebajas del IRPF, encogimiento súbito del IVA cultural, deducciones de los impuestos de Sucesiones y Donaciones, la desprendida generosidad de ese hombre con mi dinero parece no conocer límites.
A lo mejor resulta que Extremadura es una nación y aún no nos habíamos enterado. Porque, ya se sabe, aquí, cuando alguien no quiere pagar, siempre lo viste apelando a que es una nación. Sea como fuere, acaso algún cándido se pregunte cómo resulta factible que el tan subvencionado hecho diferencial extremeño pueda permitirse el lujo de bajar impuestos mientras sus exhaustos patrocinadores deben rogar sacrificios a la gente. Aunque la respuesta ya la adelantó el propio Monago no ha mucho: con collons. Al modo de su alter ego Rodríguez Ibarra, Monago corteja el aplauso fácil de cierta España primaria, la de pelo en pecho que recita las verdades del barquero acodada en las barras de los bares ante un carajillo de coñac.
De ahí que apelase al supremo argumento testicular cuando a alguien se le ocurrió cuestionar la necesidad de que el trazado del AVE llegara a sus dominios. Nadie duda, por lo demás, que Monago tenga muchos collons. Sin embargo, lo que no está tan claro es que tenga suficientes viajeros como para amortizar semejante obra. Recuérdese que el kilómetro de vía instalada nos viene saliendo por algo más de doce millones de euros. Quién sabe, si a los demás contribuyentes también nos bajaran los impuestos, a lo mejor a Monago se le bajaban de golpe algunos humos. Yo creo que en esta aciaga piel de toro hay muchas naciones, pero que todas son españolas. Porque nada hay más español que mirar por el mezquino, particular interés de uno, olvidando el efecto sobre el conjunto. ¿Cómo se dirá Espanya ens roba en la fala de Extremadura?