Leo en la prensa regional que la entidad humanitaria que utiliza el antiguo buque remolcador Open Arms en operaciones de rescate en alta mar para el ulterior transporte a las costas españolas de inmigrantes ilegales procedentes de África (ya más de 7.300 según la propia organización) acaba de dotarse de una nueva embarcación. Construida en Dinamarca, la flamante nave recién salida de los astilleros, que va a llevar por nombre Open Arms Uno, posee 66 metros de eslora, 15 de manga y una cubierta de 353 metros cuadrados, espacio suficiente -informa la oenegé- para acoger a más de 300 personas en cada travesía.
Acto seguido, y en las planas del mismo diario local barcelonés, acusó recibo de que un extenso trabajo de campo realizado por otra oenegé, la Fundació Arrels, cuantifica en 4.800 a los mendigos que todas las noches del año duermen a la intemperie en las aceras y jardines públicos de la capital catalana. La mayoría, hombres de edades en torno a los 45 años. Por lo demás, el 70%, extranjeros. Uno de cada nueve de ellos hace ya más diez años que literalmente se arrastra en esas condiciones extremas, concluye el estudio. Una asociación humanitaria los trae, pues, y otra asociación humanitaria certifica luego las condiciones de indigencia e indignidad en que se desarrolla su existencia aquí, en Europa. Si bien nadie parece establecer relación alguna de causa y efecto entre ambas realidades.
Ocurre que la economía no es una cuestión de buenos sentimientos, sino de racionalidad pragmática. Y resulta que, según las últimas estimaciones demográficas, las correspondientes a 2020, en África el número de habitantes rondaría ahora mismo una cifra próxima a 1.320.000.000. De ahí que únicamente existan tres soluciones viables al aluvión migratorio ilegal, tres y solo tres. O desmantelar el estado del bienestar, la primera. O, la segunda, crear dos castas que dividan la población entre los nativos, que disfrutarían de todos los servicios públicos, y los no nativos, que quedarían excluidos. O, tercera, impedir haciendo uso de la fuerza legítima del Estado que el Open Arms Uno deposite a un solo inmigrante ilegal más en suelo español. Desengáñense los adanistas, no existe ninguna otra. Ninguna.