Lo de Chacón, su inopinado interinato docente en los escenarios de CSI Miami, casi me reconcilia con los principios filosóficos del libre mercado. Porque al final va a ser verdad que pone a cada uno en su sitio. Y es que el circuito de la universidades internacionales no resulta ser tan ajeno al del fútbol: hay quien juega en la Champions, y hay quien solo consigue tocar balón de vez en cuando en la tercera regional. Así las cosas, de alguien que ha ocupado las más altas magistraturas civiles del Reino de España, una biministra con aspiraciones nada menos que a la Presidencia, uno esperaría que, como mínimo, consiguiera por méritos propios una plaza en la Intertoto, aunque fuese de suplente, a lo Casillas. Pero ni eso. Contra todo pronóstico, parece que no ha habido patadas entre los rectores de Oxford, Cambridge, Stanford o el MIT para lograr hacerse con los saberes de la licenciada en Derecho Carme Chacón.
Porque tampoco va a ser en la prestigiosa Universidad de Miami, tal como erróneamente sostenía el diario de Pedro Jota, donde impartirá magisterio la alumna de doctorado ( aún no ha redactado tesis alguna) Chacón. Pues quien en verdad la ha contratado no es la Universidad de Miami, sino otra institución , el Miami Dade College, algo más próximo a un centro de formación profesional de tercer grado que a un genuino campus. El Miami Dade College, para hacerse una idea, ofrece cursos para ser bombero, agente de policía y personal de emergencias médicas. No figura ningún premio Nobel entre sus ex alumnos, aunque sí unos cuantos jugadores de beisbol de renombre nacional. Por lo demás, no tendrá problemas con el idioma. Al contrario, se va a sentir como en Cataluña: más del setenta por ciento de los matriculados son hispanos castellanoparlantes.
Siguiendo el ejemplo de su mentor Poncio Pilatos, Chacón se quita del medio en vísperas, ¡ay!, del año catorce. Una fuga estratégica nada extraña si se repara en que lo suyo siempre ha sido la tercera vía: ni con España ni contra España. Cataluña está a punto de caramelo para partirse en dos mitades irreconciliables, y con ella el socialismo catalán. La ruptura definitiva del PSC es a día de hoy algo inevitable. Apenas una cuestión de tiempo. Solo eso. Aquel matrimonio de conveniencia entre obreros españolistas y progres catalanistas arrostraba un límite tácito infranqueable: la independencia. Una barrera que el nacionalismo acaba de traspasar. Llegado el año catorce, la hora de la verdad, los capitanes, nadie lo dude, se irán al PSOE y Carme… a verlas venir en Miami. Ah, el libre mercado.