Estoy preocupado por la actual deriva moderantista de los nacionalistas catalanes, que la toman con los extremeños y olvidan completamente a los murcianos. ¿Qué les hemos hecho los murcianos a los de Esquerra y a los de ICV para que no nos tengan ya presentes en sus blasfemias y sus racismos, tan pintorescos? ¿Qué hay de esa leyenda que dice que los separatistas odian el pan tumaca por anticatalán, ya que lo inventaron las peonás murcianas a pie de obra en la Cataluña del desarraigo, mojando la hogaza payesa en lo que habían traído de la huerta del Segura subidos en aquel tren que los mismos catalanistas llamaban, cínica pero acertadamente, "transmiseriano"? Como murciano, exijo mi derecho a ser insultado por los nacionalistas catalanes igual que todo extremeño de vecino. Los extremeños nos tocamos todos.
¡Pero si hasta en las películas de la escuela de Barcelona salían una especie de andaluces palmeros con la rumba peretiana a los que se insultaba como "mursianos", o sea, como lo peor de lo peor, peor incluso que ser de Iznájar, Córdoba, si es que eso cabe en cabeza humana! La única explicación plausible que se me ocurre al actual prestigio de Murcia en el imaginario colectivo de Esquerra, de ICV, de CIU, del PSC y hasta de ciertos sectores del PPC es que en mi comunidad autónoma periférica nos hemos vuelto ricos y ya no necesitamos robar excesivamente en las buchacas del sr. Puig, el sr. Suñé o el sr. Tardá, que es mi friki favorito de entre todos los de Esquerra, que tienen mucho más que ver con los otakus que hacen quedadas para suicidarse colectivamente que con la política. O nos hemos vuelto ricos o al menos estos tipos creen que lo somos. Algo de eso hay cuando desde la Generalidad catalana convidan a Murcia a unirse a su nuevo sistema de financiación, que dicen que nos favorece. Pero, ¡si yo creía que le estaba quitando el pan directamente de debajo del brazo del sr. Puigcercos, mientras iba a ponerlo en la boca de sus hijos, que no sé si tiene! Y no puedo decir que no experimentara una especie de perverso placer, como murciano de los de antes. ¡Qué nostalgia, perversa también, me producen los extremeños!
Parece harto sospechoso que de repente los que son de la misma parroquia que el presidente Montilla o de la señora Manuela de Madre hayan quedado fuera de los insultos oficiosos de los blogs. Como si nadie los hubiese estado manteniendo gracias a la generosidad catalana mientras Franco no terminaba de echarlos de su lugar de origen andaluz hacia Cataluña. Será porque ahora hay un andaluz que mantiene a algún que otro catalanista bien o mal nacido, pero desde luego bien colocado. "Cómo reluce/ la plaza de sant Jaume/ como reluce/ cuando suben y bajan/los andaluces." Y los pijoapartes. Todos menos los extremeños. ¡Apadrinemos a un niño extremeño para que, como los murcianos, un día se gane el olvido del sr. Suñè, el sr. Puig y de todos estos independentistas rumbosos!