A Dinko Sakic se le condenó a veinte años de cárcel, 7.300 días. Como jefe del campo de concentración croata de Jasenovic entre 1942 y 1944 se le acusa de ser el responsable directo del exterminio de entre 100.000 y 700.000 personas. Aún aceptando que fueran 100.000 los asesinados en Jasenovic, Sakic recibió una condena de un día de cárcel por cada trece asesinatos. El escándalo supera con creces el del promedio de siete meses de cárcel de De Juana por vida segada. El juicio se celebró en octubre de 1999 en Croacia, la misma que aplaude ahora la detención de Karadzic.
La noticia del fallecimiento de Sakic ha pasado desapercibida. En un medio como La Vanguardia, por citar un ejemplo, mereció una columna en la sección obituarios de la página 31. El ex capitán del ejército croata fue considerado en los juicios de Nüremberg como uno de los genocidas más tétricos. Y, sin embargo, logró huir a Argentina y llevar una vida cómoda, hasta que en 1998 se permitió vanagloriarse en una entrevista de su mando en Jasenovic. Fue extraditado a Croacia y condenado a veinte ridículos años de prisión hasta su muerte el pasado mes de julio a los 86 años de edad.
De Juana salióriéndosede la cárcel tras pasar siete meses en prisión por cada asesinato cometido y fue escoltado por el mismo cuerpo se seguridad al que afirma seguir odiando. Sakic aplaudió entre mofas el veredicto del tribunal croata que lo juzgó. Es la obscenidad de una Europa que condena Guantánamo mientras permite que los asesinos y genocidas domésticos humillen a sus víctimas en la más escandalosa impunidad. Quizá vaya siendo hora de releer a Thoreau.