Ex mandatarios de medio mundo e intelectuales de reconocido abolengo liberal-conservador entran y salen de la Convención Nacional del PP. No niego la valía de los invitados, ni su influencia. Ni siquiera pongo en duda el trabajo que habrá costado levantar tamaño parque ideológico. Pero no sé si algo de lo visto se parece a lo que de verdad quiere ser y hacer Pablo Casado.
¿Cuántos de los que han desfilado por la Convención Nacional del PP son o serán del equipo de Pablo Casado? ¿Pablo Casado ha sido el protagonista o, con todos los respetos, el acomodador? En ocasiones ha parecido más bien un maestro de ceremonias, pero de ceremonias ajenas, el guía turístico de una derecha en reconstrucción sin sede definitiva. Pero ¿por qué buscar tan lejos lo que se tiene tan cerca?
La lista de invitados ha sido enorme. Quizá en eso consiste una Convención, no lo niego. Con José María Aznar siempre sucede lo mismo aunque la paulatina pérdida de implicación ha reducido algo el habitual entusiasmo por sus intervenciones. Aznar puede hablar del Papa, de México, de los nombres propios de AMLO y del orgullo español que no necesita perdón. Pero también de la unidad de España y de otro perdón que sí haría falta que nos pidieran pero que insistimos en no reclamar.
Aznar se escucha y brilla cuando le apetece. Hasta parece que reprende al anfitrión, que responde con un aplauso ¿Habría repetido Pablo Casado un discurso similar, con más o menos aznarismos, en RAC1? No lo hizo, más bien hizo lo contrario.
De Sarkozy a Vargas Llosa y de tropiezo en tropiezo
Otro invitado, Mario Vargas Llosa, enterró al PP liberal sin apenas darse ni cuenta. El shock provocado por lo que ha caído en su Perú, y que amenaza con extenderse por toda América, ha dejado al escritor indefenso ante el extraño festín popular. Quiso decir que a partir de ahora apoyará de forma inequívoca a Casado y le salió esto: "El partido liberal en España ha dejado de existir y voy a dar mi voto al PP de Pablo Casado". Casi es lo que dijo Rajoy en Elche en abril de 2008: liberales, a la calle. El escritor se refería a que antes votaba a Ciudadanos, supuestamente liberal, y que ya se acabó. Mal asunto. O sinceridad a raudales: el partido liberal ha dejado de existir…
En cuanto a la visita de Nicolas Sarkozy, sólo cabe una pregunta: ¿nadie en el actual PP fue capaz de prever la noticia del día siguiente? ¡Es que Casado pidió seguir el ejemplo de un tipo que va a llevar un brazalete telemático, condenado por financiación ilegal de su campaña de 2012! Literalmente: "Tomar los buenos ejemplos de gestión siempre basados en unos principios y unos valores compartidos". A Rivera se le escapó Manuel Valls y a Casado se le esfuma Sarkozy. Qué manía con los franceses. No aprendemos.
Por lo demás, es innegable que Sarkozy luchó contra ETA rompiendo el habitual colaboracionismo de la República francesa con el Mal y sigue siendo un auténtico placer escucharle hablar de la firmeza contra el terrorismo. Pero el fichaje no era el más apropiado para un diálogo con Casado y la izquierda mediática no tardó en agradecer las toneladas de portadas regaladas por la Convención.
El Casado que convenció a Cayetana para que volviera al PP
Y la más popular entre los populares, la gran ganadora, la que recibe esos aplausos (y críticas) por la calle, sin moderador ni regidor, Isabel Díaz Ayuso, habla este sábado en Valencia, recién llegada de la gira americana, en alguna mesa moderada con el resto de los presidentes autonómicos del partido.
Cierro este artículo antes de saber lo que ahí pueda suceder aunque supongo lo previsible: Ayuso reducirá formalmente sus prisas por el Congreso para alcanzar la más que lógica presidencia del partido en Madrid y Casado le brindará sonrisas y elogios medidos pero siempre menores que los dedicados a Sarkozy, a Tajani o a Tusk. Ayuso sólo es Ayuso…
En entrevista en esta casa con Federico Jiménez Losantos, Cayetana Álvarez de Toledo reclamó la vuelta de ese Pablo Casado que motivó su reingreso a la política en el PP y que le llevó, nada menos, que a la portavocía del Grupo Parlamentario hasta queTeodoro García Egea vio en ella un obstáculo para algo que algún día tendrá que explicar. Para la diputada por Barcelona, más allá de la Convención y de artificios varios, el respaldo de Casado a Isabel Díaz Ayuso "sería la prueba de su propio compromiso con la batalla ideológica y la valentía en el liderazgo". No hay otra cosa más útil, más necesaria que mostrar todo el apoyo posible a Ayuso porque Madrid, y lo que Madrid significa en cuanto a éxito y resistencia, es un símbolo al que todavía podría subirse en marcha Pablo Casado.
Porque nadie en el PP de Génova puede negar que los principios y valores retransmitidos por televisión luego no concuerdan con lo que evangelizan los mandos del partido cuando ya no están sujetos a convención. Y sucede con todo: libertad sexual, violencias de género, Memoria Histórica, Justicia, nacionalismo… Y les sucede a todos, empezando por Casado. De hecho, lo explicó casi todo en el discurso contra Santiago Abascal, cuando quiso escenificar la ruptura del PP con su socio de Gobierno en Madrid, Andalucía, Murcia… La izquierda ensalzó aquel discurso. Baste con eso.
Antes, en el Congreso de los Diputados, no pasaba lo mismo. Pero Pablo Iglesias señaló a la "marquesa" y Teodoro, obediente, la decapitó.
Los presidentes eméritos no callan
Las amistades entre los presidentes —dicen que lo son ya para siempre, que nunca son ex, y además les gusta ese tratamiento de eternidad— no sirven para nada. Que Aznar se lleve muy bien con González y que González se lleva fenomenal con Rajoy —no cabe hacer más cruces— sirve de bien poco salvo para sus lucimientos y el de sus aduladores cronistas. A mí ya me hartan. Parecen tener la fórmula mágica de lo que nunca hicieron cuando podían. Luego está Zapatero, el big bang de todos los males de España, que pretende convertirse en intelectual en solitario y no hay manera.
Pero además de lo dicho por Aznar en la carpa de Casado, resulta que Felipe González y Mariano Rajoy compartieron diálogo, no en la convención del PP sino el "Foro La Toja Vínculo Atlántico". Dice el cronista de El País: "González y Rajoy han coincidido en casi todos sus planteamientos, con pequeños matices".
Tampoco se juegan mucho y, además, discutir genera un gasto energético que al menos el popular no está dispuesto a acometer. Pero que González y Rajoy hablen en común y con diferencia de matices sobre la reforma del CGPJ es como para cerrar el libro de un portazo. Coinciden también muchos medios de toda orientación —al final, la misma— en decir que los exmandatarios dieron un "tirón de orejas" al PP y al PSOE (qué bonito) para que renueven de una vez el CGPJ. ¿Y cómo? ¿bajo qué sistema? Bueno, eso ya es mucho afinar… Que estamos en La Toja… y, al fin y al cabo, son ex aunque no les guste el título.
Si el ex líder del PP está de acuerdo con el que ofició el entierro de Montesquieu entonces ya ni Convención del PP ni nada. Tampoco es de extrañar porque Rajoy hizo ministro a Gallardón para que prometiera acabar con la ley socialista… y no cumplirlo. Nunca ha sido amigo de hacer sino de esperar a que estuviera hecho. Y sigue con eso de que hay que pactar, hablar, negociar y acordar para dejarlo todo igual aunque sea mal. Algunos expresidentes deberían pensar más y, de vez en cuando, callarse a tiempo. Desde la veteranía de la irresponsabilidad creen que ya hicieron bastante y que en su tiempo no hubo otra forma de hacerlo. Y otro whisky o un Montecristo, que los tres tienen o tenían parecidas querencias habanas. Total, ya no tienen que gobernar mañana…
¿Casado no perdona la victoria de Ayuso?
Ni exmandatarios, ni pensadores, ni tertulianos de postín van a iluminar el túnel a Pablo Casado. Es mejor el convencimiento que cualquier convención. Mejor aunque mucho más difícil porque si no hay no se puede fabricar. Y no hay mejor compañía que la que ya está a tu lado ganando elecciones aunque no la quieras mirar. Al final va a ser verdad que Casado no perdona a Ayuso esa victoria de mayo porque fue una decisión firme de la presidenta. No consultó sino que comunicó el adelanto electoral porque no había un minuto que perder tras el levantamiento murciano. Y a partir de ahí, el éxito encadenado. De Murcia a Wall Street estando siempre en Madrid.
Pablo Casado quería un acto que le consolidara como líder del PP, como indiscutible alternativa a la izquierda que, amalgamada con lo peor de cada casa, gobierna hoy España. Hay dos pasos que dar: el primero, que lo crean los suyos, y en eso andan perdiendo demasiado tiempo. Y el segundo, que lo crea el número suficiente de españoles como para que sea verdad. Eso ya es otra historia que en Madrid sí es posible.
Sarkozy, Pastrana, Calderón, Vargas Llosa, Durao Barroso, Tajani, Tusk… no van a gobernar ni formarán parte de un partido de Gobierno con Pablo Casado. Isabel Díaz Ayuso y Cayetana Álvarez de Toledo, sí. Es tan sencillo que incomoda decirlo más.