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Javier Somalo

Sanchinflas in New York

Hablar inglés lo habla perfectamente para decir las mismas sandeces que en español.

Hablar inglés lo habla perfectamente para decir las mismas sandeces que en español.
Pedro Sánchez paseando por Nueva York. | EFE

Cantinflea en inglés como en español pero sonríe mucho más a las cámaras yanquis que a las españolas, ¡dónde va a parar! El presidente Sánchez es una eterna pose. Se mira y se escucha, se palpa, se huele, se ve paseando por Nueva York con las manos en los bolsillos y decenas de personas protegiendo su lento y chulesco paso. Apuesto a que iba tarareando el New York de Sinatra… "top of the list, King of the hill, a number one..". (El cabeza de la lista, el rey de la colina, un número uno).

Da igual si nadie de reconocida autoridad ha recibido en los Estados Unidos de América al presidente español. "Es la primera vez —dice Antonio López Istúriz en los micrófonos de esRadio— que un presidente del Gobierno viaja a EEUU y no se reúne con la administración americana". Da igual, como recuerda Emilio Campmany, que nuestra delegación no sea la lógica de una visita de provecho, con ministros de ramos apropiados además de la escolta diplomática de Exteriores. En New York todo es posible y lo que se consigue allí, cantaba Sinatra, se consigue en todas partes. Cortan calles, corretean a su alrededor con pinganillos y le esperan enormes y robustos coches negros con luces de todos los colores.

¡Cuánto ha caminado el presidente por la Gran Manzana! Parecía como si quisiera vengarse con kilómetros de aquellos humillantes 29 segundos de esprint al asalto del huidizo Joe Biden. ¿Piensan los españoles que al presidente no le hacen caso en los USA? Pues toma gira: Nueva York, Los Ángeles, San Francisco… le esperan al presidente muchos amaneceres anaranjados, ideales para esas gafas de sol que nos enseñó el primer día que se descamisó en su Falcon. A eso se reduce la imagen de España. A una pobre cáscara.

¿Sánchez en USA calmando a los fondos? Eso dice El País, pozo sin fondo ni calma posible, eterno y privilegiado deudor. ¡Pero si aquí el presidente no calma ni a los suyos!, que han salido despedidos de la última crisis, remodelación, ajuste de cuentas o hipoteca como salen los conejos al ver al hurón. Aquí tendrá que dar alguna cuenta de los millones que han ido a parar a la muy chavista aerolínea Plus Ultra, sin justificación alguna. Aquí tendrá que explicar alguna vez qué paso con las muchas mascarillas de gangas chinas o trajes de protección que se perdieron en mercadillos o hangares. Y qué sucedió con Delcy en el aeropuerto, o con Brahim Gali… Aquí tiene mucho que contar, sí.

Pero allí, según dicen, ha conquistado (a cuatro gatos) con su mera presencia, con su imagen. Le ven guapo, sexi, simpático y hasta "parecido a Supermán". Piropos y comentarios entregadísimos que lo mismo no son tan espontáneos como creemos. No sería el primero que se envía —o hace enviar— halagos por redes sociales. Pero al fin y al cabo, hasta si fueran ciertos, todo es sensación y nada más que eso. Estamos ante el mismo personaje que en un besamanos se coloca de sujeto paciente ante el estupor general del personal de protocolo. El mismo que hablaba por teléfono con Guaidó pisando la nieve de Davos y quizá sin cobertura para dar una imagen y nada más que una imagen. El mismo que sólo se baja del Falcon, donde posa, si es para subir al helicóptero, donde también posa, mientras supervisa incendios o "crisis migratorias". Se cae bien, qué se le va a hacer.

Estuvo en Morning Joe, en la MSNBC, que no es líder de audiencias pero que tiene su gracia, entre otras cosas, porque el codirector, Joe Scarborough, es uno de esos republicanos anti-Trump que anda recomponiendo ideas. Sánchez sonrió hasta la deformidad. Torció algo el gesto cuando la otra codirectora del programa, Mika Brzezinski, preguntó por qué no estaba Washington en su gira… Mr. Sánchez dijo algo así como que "estamos definiendo una hoja de ruta para la reactivación de la economía y por eso necesitamos reunirnos con el sector privado de EEUU". O sea, que no contestó. Hablar inglés lo habla perfectamente para decir las mismas sandeces que en español. Todo muy digital, muy verde y con muchas vacunas, sin argumento alguno, sin un ápice de credibilidad. Así que el busto parlante podría hasta presentar allí un reality o un programa de astrología de madrugada, muy de madrugada, lo que sería sin duda su mejor, o único, servicio a España.

Por más que hable Supermán o Sanchinflas —nada que ver con el genial Mario Moreno ni siquiera con su brillante personaje salvo en los esfuerzos por hablar mucho sin decir nada— la realidad que conocemos los de su maltrecho planeta es bien tozuda: gobierna con la ayuda de… ¿cuántos partidos? Uno es comunista procastrista; otro es separatista vasco, en otro hay separatistas golpistas juzgados, condenados e indultados y otro procede directamente de la banda terrorista ETA. Dijo que jamás gobernaría con ellos. Unos porque si lo hiciera "no podría dormir tranquilo", otros porque son "racistas" y "xenófobos" y otros… "si quieres lo digo cinco veces… con Bildu no me voy a reunir… con Bildu no vamos a pactar… la pregunta ofende". ¿Supermán? Más bien, la Bruja Avería, pero sin gracia.

Ya en Los Ángeles, sin perder la absurda sonrisa lamentó en otra entrevista que algunos quieran "ideologizar" la pandemia. Y claro, agravando el gesto ensayado en el espejo como De Niro en Taxi driver, dijo que "lamentablemente, en mi país eso ocurre con la oposición". Pobre presidente. Pero no se vayan todavía, que vuelve a sonreír para recomponer la situación y convertir a España, atención, en "el Hollywood europeo", en todo un "líder audiovisual". "Ven a rodar a España" dice un vídeo promocional que ha llevado Pedro el Sonrisas bajo el brazo. Por lo visto, además de lo que siempre hemos tenido —muchas horas de sol, desiertos, cuevas, llanuras, montañas y acantilados—, ahora habrá "ventajas fiscales". Impresionante. Sólo le ha faltado ofrecer el detalle de que los medios de comunicación audiovisuales privados en España no existen porque la propiedad primera y última es del Estado que los concede —o retira— graciosamente.

La gira de Pedro Nadie toca a su fin y el presidente volverá al país donde no le piropean. Lo hicieron, si es que lo hicieron, en Nueva York porque allí no le conoce ni el tato. Si se queda diez minutos más, los neoyorquinos huyen a nado por el Hudson. Vuelve al país donde su mayor preocupación es que los golpistas no se enfaden porque empieza a necesitar apoyos si quiere ver fondos. Vuelve al país donde probará a ver qué pasa con esa oposición que "ideologiza" la pandemia si le da por derribar la Cruz de los Caídos. Vuelve a España, donde ya no sonríe. Ni él ni nadie cuando le ve. Pedro Sánchez ya miente también en Nueva York.

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