De los creadores de Naranjito y Chutatans, y con record de share televisivo, llega a España Unidos Podemos. Su misión es devorar al PSOE y convertir al PP en último refugio. Así al menos lo conciben algunas de las mentes privilegiadas de la calle Génova 13. La operación es sencilla: crear el virus para vender la vacuna con patente.
Nada de esto significa que el PP se haya inventado a Podemos o que no exista peligro real de que lleguen al poder. El Frente Comunista es una amenazante realidad. Tras su alianza con Izquierda Unida, ha adoptado como nombre un eslogan electoral que pretende alejarse del concepto de partido y mantener el espíritu asambleario del 15-M, que suponen buen espíritu porque, dicen, todavía no era comunismo. ¡Vaya si lo era! Lo fue siempre aunque algunos empedraran el infierno con sus buenas intenciones y otros se frotaran las manos viendo nacer a su excusa electoral, el contraste necesario para sobrevivir. Nada hay mejor para creerse joven que pasear con un anciano.
Pero, ¿qué maneras vemos en el partido que se presenta como única contención posible? Han liberado etarras de la cárcel o permitido que eludan el ingreso en prisión por rechazar el terrorismo –anda que como rechacen la corrupción los corruptos–, han sonreído con pleitesía a los Castro, han pagado rescates –si se demostrara que algún dinero llegó a Al-Nusra habrá que preguntar al Gobierno por qué ahora financiamos a los que, según ellos, perpetraron el 11-M– y han consentido y costeado un separatismo oficial que además recibe bajo palio a terroristas. ¿Y dicen que el monstruo está por llegar? Será peor si de veras llega, sin duda, pero no parece el PP de Rajoy el más apropiado para impedirlo: libera, sonríe, paga y consiente al enemigo haciendo que parezca que lo hacemos todos. Así que mala vacuna y peor antídoto. De hecho, la famosa opción de Suárez "o yo o el caos" es hoy una redundancia.
Sería de sentido común que PP, PSOE y Ciudadanos frenaran de una maldita vez la amenaza que empezó agitando manitas y ya cierra el puño con fuerza. Hay personas suficientes en las tres formaciones que desearían y podrían hacerlo pero la eventual causa común se diluye cuando sólo se persigue el poder personal y del partido. Entonces no hay lugar para el sacrificio. Siempre sucede así: se eliminan coches oficiales pero no los cargos que iban a bordo y todo resulta meramente simbólico con tal de no perder al arraigo oficial. Por eso, esta semana se nos ha servido también el caso de la bandera estelada, porque el separatismo es otra cepa del mismo virus.
Se acerca la nueva cita electoral y prohíben las enseñas separatistas en el estadio Vicente Calderón donde el Barcelona y el Sevilla disputan la final de la Copa del Rey. ¿Las prohibirían también en el Camp Nou? ¿O eso no es España? ¿O ya hemos renunciado? ¿O sólo era un guiño electoral? ¿O buscaron que el monstruo comunista-separatista se exhibiera en Madrid para subir un escalón en el nivel de alerta? Arriesgado. No encaja demasiado la prohibición de esteladas con la aquiescencia ante el secesionismo en las administraciones, en los hospitales, en los juzgados, en las escuelas: en la vida diaria. Pueden prohibir etiquetar en castellano, negarse a hablar la lengua común con un paciente de urgencias o con un alumno. Pueden celebrar un referéndum ilegal, proclamar la República catalana en el Congreso de los Diputados, idear un Ejército, una Hacienda, embajadas, pueden recibir a terroristas y pueden seguir exigiendo el dinero de todos para construir el muro. Permitiremos que todo el Camp Nou sea un abucheo coral del secesionismo catalán y vasco al himno y al rey, a España. ¿Pero la estelada no? Firmeza y cumplimiento de la Ley por un día y que lo defienda Concepción Dancausa como cosa suya por si acaso se tuerce la cosa.
Dice Xavier Vidal Folch en El País sobre la banderita:
Pero las personas que la llevan, la ondean y se enorgullecen de ella merecen todos los respetos. Porque en su nombre no se ha cometido ningún crimen.
Párrafos después, el autor criminaliza a Dancausa por tener un padre falangista… desde El País de Haro Tecglen, de Cebrián el de Arias Navarro, un "desastre sin paliativos". Además, la estelada en su versión amarilla y roja, sin azul, la usó Terra Lliure, grupo terrorista, banda criminal.
Y al final, ¿qué ha ocurrido? Que un juez ha revertido la orden de Dancausa permitiendo las esteladas en el partido de marras, o sea, legalizándolas para siempre y sin entrar en más profundidades. En resumen, aventando grano y paja, cúmplase la ley pero todos los días y todas las leyes. Y, por supuesto, en todas partes. Lo demás es rendición, cuando no colaboracionismo.
No hace falta infundir miedo con la posible y probable llegada del Frente Comunista-separatista al poder porque es un riesgo cierto. Bastaría con poner ejemplos de cómo se ha combatido, si se hubiera hecho, claro. No sirven las promesas cuando están tan recientes las renuncias. Han propagado el virus y no son la vacuna.
Y ya que la última polémica sintética ha llegado con el fútbol pensemos en que la Eurocopa acabará unos días después de las nuevas elecciones. A ver si para entonces ya ha ganado o perdido España o lo ha hecho La Roja.