Isabel Celaá, que dice "transar" y "cul de sac" antes de recordar que "Roma no se conquistó en una hora… ni Zamora tampoco" sostiene a la perfección el embuste gubernamental de que no es bueno ir a elecciones.
"Nosotros ganamos unas elecciones y no queremos otras. Es interés genuino del PSOE que esto salga. Si Unidas Podemos quiere, habrá gobierno".
De hecho, como recuerda entre dientes la portavoz, Unidas Podemos rechazó "una vicepresidencia y tres ministerios" porque lo consideraron decorativo. Dolida –aunque siempre lo parece–, Celaá ofreció este viernes lo que ya sabemos, o no: "fórmulas potentes de participación" que, si no entrevistan a Carmen Calvo en la SER, no queda claro cuáles son pero que acaban con sueldos enormes gracias a nuestros abultados impuestos.
Aprovechó la hacendada portavoz para esparcir unos ramilletes de cizaña en las filas moradas insinuando que Iglesias se guarda información y que por eso fue muy positivo que en la reunión negociadora –donde se transa, como dice– estuvieran presentes las confluencias de Podemos porque, a lo mejor "en Unidas Podemos no tenían toda la información". Gila no lo habría hecho mejor. Menudo pajar hay en Podemos para acercar una desconfiada cerilla.
Pero, sin duda, el minuto de oro fue ese "cul de sac" que Celaá prefirió traducir como "rincón oscuro":
"No visualizamos un escenario en el cual se pueda llegar a una investidura sin una colaboración previa. Ninguna fuerza política pueda estar en esas derivas. Es un cul de sac, un rincón oscuro".
Y tanto. De no ser porque en Libertad Digital Ketty Garat abrió las persianas hace tiempo para que se viera bien el rincón, diríase que la portavoz confesó sin darse cuenta. El rincón oscuro de Sánchez es que no quiere investidura ni por asomo y sabe qué decir y a quién para llegar a unas elecciones que prevé favorables.
El presidente sabe que el bipartidismo está roto en cinco pedazos, dos a su lado y tres al otro, pero con su PSOE todavía en La Moncloa y con todos esos instrumentos "potentes" que ofrece a Podemos, y muchos otros, todavía en la mano. En definitiva, se trata de forjar el fracaso para vencer.
A izquierda y derecha, Sánchez ve claras oportunidades. El flanco de Colón sigue veraneando en su Torre de Babel para regocijo de la izquierda. Ciudadanos ofrece síntomas de descomposición o, al menos, eso parecen indicar algunos abandonos ya anunciados y otros que, de momento, se han conseguido aplacar. Dice Albert Rivera que "España suma pero la corrupción resta" y lo dice después de terminar sumando con el partido que ahora resulta que resta y con el que les molesta. Otro rincón oscuro el de Ciudadanos, que pasa de la aritmética al álgebra y de ahí al cálculo infinitesimal para acabar irremediablemente en el delirio de apoyar una comisión de investigación contra Isabel Díaz Ayuso por si acaso, aunque no hubiera caso.
En cuanto al PP, siempre habrá una portada de la sección de tribunales que le amargue el postre a Pablo Casado aunque sea verdad que si está él al frente del PP es porque también la corrupción motivó el cambio. Pero los telediarios son implacables y mucho más rápidos que la Justicia. Y Sánchez sabe que la autodefensa sigue siendo el gran problema de la derecha española. Han asumido el complejo de culpa, el pecado original que les ha inoculado la izquierda. Es como si se hubieran estudiado a fondo los libros de texto escolares que borran a los Reyes Católicos, quizá porque Isabel y Fernando usaron el Yugo y las Flechas de Franco. ¿O fue al revés? Después de la conquista de Roma tras la caída del Imperio zamorano ya no me queda claro. En fin, una batalla perdida, un cul de sac, un desastre sin paliativos.
Queda Vox, que ve una trampa en esa eventual "España Suma" –la que le sale resta a Ciudadanos– pero que podría valorar una fórmula para circunscripciones pequeñas. Hay quien sostiene que el centro derecha podría sumar más por separado que en coalición porque las antipatías tripartitas se multiplican por diez entre los votantes y si no hay desastre económico –momento en que la izquierda suele ser desalojada del poder– podría traducirse en hartazgo abstencionista. Sea como fuere, no consigo imaginar una campaña electoral conjunta de España Suma. O sí, pero prefiero no profundizar.
Así que Sánchez sólo ve ríos revueltos, los que no se estudian en Canarias por no suscitar envidias, repletos de truchas desorientadas. Diciéndole no a Podemos y no al referéndum separatista catalán parecería lógico que estuviera más cerca del PP y Ciudadanos. Pero tampoco. Si así fuera, les habría ofrecido un gobierno de emergencia nacional que, dicho por otros, suena fascista pero en boca del doctor sería una cosa patriota progresista. Pero Sánchez se aprovecha de que el Rey no hace nueva ronda de consultas y usa las negociaciones como campaña gratuita de las elecciones a las que nos lleva porque confía en obtener mejores resultados. Él hace la ronda y él decide que no hay manera.
Defraudar las aspiraciones de Podemos no es complicado y Sánchez parece conocer las cartas de Pablo Iglesias. Porque Iglesias es la sota, el caballo y el rey. Iglesias es el as. Espadas, bastos, oros y copas, todo triunfos. Y sin Iglesias no hay negocio que valga o eso parece. Si acaso el de Galapagar se guardara un comodín en la manga que pudiera dar al traste con la Operación Rincón Oscuro siempre quedará un último recurso muy del gusto presidencial: No es No.
Como alegoría añadida, mientras seguimos sin gobierno y en eterna campaña fraudulenta, la sede de nuestra soberanía ha sido visitada por las fuerzas vivas del mal. En apenas tres días, los iraníes del látigo y los peronistas de Kirchner han pasado por el Congreso. A unos les hemos consentido el desprecio a las mujeres evitando el protocolo de un saludo que impedía a las impuras tocar o fijar la mirada en los persas y a otros les hemos coreado cánticos de vuelta que no hacen sino recordar, entre otras, la historia del fiscal Nisman, asesinado tras ponerse en el camino de Cristina. "¡Presidente, presidente!", le decían al candidato argentino Alberto Fernández los de Podemos, un poco antes de verse con el presidente-presidente en funciones para negociar o transar. Y es que eso es lo que quieren aquí y para lo que han trabajado allá: un peronista o un chavista o, para el caso, un ayatollah. O todo en uno, o sea, Iglesias. Y ninguno de ellos se conformaría con "fórmulas potentes de participación". Si lo sabrá el doctor oscuro.
La Operación Rincón Oscuro de Sánchez, perfectamente iluminada ya como sucede siempre en todas las operaciones oscuras, es, sencillamente, otro fraude. Fraude de investidura y fraude electoral. No cabía esperar mucho más. Sólo cabe aspirar a que en el centro derecha no sean los últimos en enterarse y se decidan a combatirlo haciendo campaña contra lo que no quieren que llegue, suponiendo que estén de acuerdo en que ese mal sea el PSOE de Pedro Sánchez.