Llegó la hora que tanto se cansó de anunciar Jaime Mayor Oreja. Desde 2004, fecha nefasta, todo lo que va a suceder estaba dicho. No es de extrañar: mucho antes había quedado escrito lo de Cataluña y nos han llevado del ronzal por encima de la Ley y de la vergüenza. De hecho, los caminos de la derrota ante ETA y ante el separatismo catalán nunca han transcurrido separados.
La clave es el 11-M porque ese día llegó la peor pesadilla para España, la brecha por la que entraron los males que siempre merodean a una nación civilizada. Aquellas explosiones rompieron el cerco y lo que vino después es de sobra conocido: con una ceja y una coleta podemos esbozar la más dramática caricatura de España. Añadiendo una inesperada barba quedará casi completa.
Pero además, el 11-M es la trágica clave porque ese día se blanqueó a ETA: no fueron ellos, nunca se atreverían a tanto, los etarras avisan antes, matan pero menos, eligen un poco más a sus víctimas aunque siempre haya que lamentar daños colaterales, ese "sufrimiento" que nadie desea. Lo de Hipercor fue un error de cálculo. Los terroristas vascos matan de forma más civilizada y por una causa digna de análisis, negociación y acuerdo. Da asco, pero así lo asumió la mayoría. "Accidente" llegó a llamar Zapatero al atentado de la T4 de Barajas por exigencias del contrato que nos enseñó después la Guardia Civil y casi nadie quiso creer.
A partir de entonces, de ese aciago 11 de marzo, y sin saber quién asesinó a 193 personas en Madrid, se estableció un criminal criterio: por muchos años de terrorismo que lleváramos a nuestras espaldas "el atentado" por excelencia no había sido obra de ETA.
Además del blanqueo de los asesinos vascos, se presentó la oportunidad de quitarse de en medio a los incómodos de siempre que vieron en el 11-M el inicio de un cambio de régimen pilotado con maestría en tan sólo tres días. Éramos indeseables por criticar la sentencia de Javier Gómez Bermúdez que luego enmendó el Supremo dejando un crimen sin arma homicida y sin autor conocido. Pero si no había sido ETA era culpa de Aznar. Allí estaban gritándolo en las sedes del PP los que hoy ayudan a la banda terrorista a presentarse en sociedad. Allí estaba, ya entonces, Podemos, colándose por la brecha.
ETA derrotó a España el 11 de marzo de 2004 y si no fue apretando el botón sí fue entrando por las ruinas, paisaje bien conocido para ellos: humo, silencio y sangre. En breve tendrían a un presidente con el que ya estaban hablando desde 2000 mientras firmaba el Pacto por las Libertades y contra el Terrorismo. Si no había sido ETA y la culpa era de Aznar, nada de lo que Aznar hizo en la lucha contra ETA quedaría en pie. Quizá por eso el traspaso de carteras en Interior tras la era Zapatero duró más de la cuenta. La banda se encargaría de recordar su presencia en ese mismo 2004 con decenas de bombas sin muertos. Luego llegarían los cadáveres colaterales y los que siempre ponen encima de la mesa para subir una apuesta: los del "accidente" de la T4, Carlos Alonso Palate y Diego Armando Estacio; los guardias civiles Raúl Centeno y Fernando Trapero en Capbreton; el exconcejal socialista Isaías Carrasco, en vísperas de las elecciones de 2008 que también ganó el PSOE y que vino a recordar que a las urnas no se va sin muertos; los guardias civiles Carlos Sáenz de Tejada y Diego Salvá en 2009 y, por último, Jean Serge Nerin, un gendarme francés en 2010 cerca de París. El asesino de este último está condenado a cadena perpetua en Francia. ETA ya estaba exculpada del 11-M, casi desagraviada, y con el camino expedito hacia la victoria.
Nunca hemos de cansarnos de recordar que ninguna organización terrorista desconoce posibles planes para perpetrar una matanza como la del 11-M en la que tantos confidentes y tanto comisario versátil aparecieron en escena. Si no fue ETA, desde luego es la que mayor provecho sacó. Tenemos el sapo atragantado, que siempre es mejor que haberlo tragado. Quizá algún día podamos escupirlo ahora que tanto se airean los dosieres sobre hechos inconfesables.
Dice Rubalcaba que recuerda cada atentado y hasta "el olor de las flores en los entierros". Antaño no había apenas funerales porque los curas nacionalistas no abrían la puerta principal de las iglesias. Por cierto, en el cementerio de Zarauz se intentó acabar con la cúpula del PP usando teléfonos móviles como activadores de los detonadores. Fue en 2001. No sería ETA la de 2004 pero creó escuela o algo más. De todas formas, cuando habla Rubalcaba a mí me huele más a faisán podrido que a amargos crisantemos. Prefiero seguir escuchando a Mayor Oreja y releer a José Barrionuevo (2.001 días en Interior. Ediciones B)
Ahora habrá que soportar a todos los ineptos que jamás leyeron una línea del sumario más importante de la historia de España instruido ya no sé si por un muñeco de los servicios de información o por alguien que se vio superado por el volumen del caso, y juzgado por un cobarde que regalaba los oídos a periodistas pero no quería quedarse sin merienda en el recreo de los juzgados. Sentarán cátedra tertuliana los mismos que acosan al juez del voto particular de la Manada sin leerlo. Nunca leen. Son periodistas de meme, de tuit, analfabetos peligrosos y casi siempre cobardes, defensores sólo de las causas mainstream, que no son causa sino propaganda. O esos otros que ahora se ponen a hablar de lo malos que eran esos etarras que habrá que perdonar para que pensemos que "la generosidad no es impunidad" aunque lo sea. Son esos los que están escribiendo una historia en redes sociales que muchos jóvenes –no todos- asumen como cierta. Quieren que veamos a ETA en blanco y negro pero a Franco en color y "presente", como dirían los falangistas, tan próximos a ellos a fin de cuentas. No quieren ir a Ermua, prefieren el Valle.
ETA se disuelve y ya no se podrá decir "ETA". La van a borrar en el Ministerio de 1984. Así que ya no habrá etarras ni siquiera en prisión. En breve serán oficialmente presos políticos y después amnistiados o soltados por motivos humanitarios. "No habrá contrapartidas", "no habrá impunidad", dice Mariano Rajoy. Ya, claro. Y no habrá referéndum…
Zoido, cuéntales la historia completa a los niños en esos libros de texto que hablarán de la ETA pero que dicen que el 11-M fue yihadista. Urge un capítulo titulado "11-M", fecha clave en la Historia de España y Europa. Pero que no oculte la verdad. Al menos, que no mienta.