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Javier Somalo

España se decide en vacaciones

Podríamos aprovechar para que el escrutinio de votos lo canten los Niños de San Ildefonso. Partido y votos en vez de número y premio.

El gran titular, el ingenio propagandístico del Gobierno, el bombazo informativo de la semana consistía en resolver el enigma, desvelar el secreto mejor guardado por el registrador de los tiempos. La fecha electoral:

¿Las elecciones serán el 13 de diciembre?

¿El 13? No.

¿Las elecciones serán el 20 de diciembre?

Sí.

Pues nada, fun, fun, fun; ande, ande, ande y mira cómo beben. El presidente del Gobierno eligió un plató de televisión recién agraciado con más y más televisión para convocar, en exclusiva y Alta Definición, las elecciones más decisivas para el futuro de España, que serán en pleno éxodo vacacional navideño. Rajoy, plasma y figura. Dos días más tarde de la fecha marcada podríamos aprovechar para que el escrutinio de votos lo canten los Niños de San Ildefonso. Partido y votos en vez de número y premio.

El caso es que la noche en la que Mariano Rajoy compareció en Antena 3, el diario El País preparaba así su portada del día siguiente –ahora las portadas de papel del día siguiente se ven el día antes en internet, salvo embargos suspensivos: "Los asesores del presidente consultados por EL PAÍS dicen que el voto de Ciudadanos es volátil y que el enemigo a batir es el PSOE". Volátil, dicen. ¿Y cómo andan de volatilidad en el PP? Las últimas elecciones europeas, municipales y autonómicas y catalanas permiten comprobar que Ciudadanos crece y el PP mengua en perfecta sintonía, casi en una ecuación de acción-reacción. Puede que los asesores del presidente crean que una baja participación beneficie al PP porque Ciudadanos no soporte una menor proporción de votantes. Es posible también que colocando al PSOE como colaboracionista de Podemos, piensen los asesores que el voto de castigo vaya dirigido a Pedro Sánchez. Pero si nos atenemos a los principios fundamentales del razonamiento de Rajoy observaremos que tiende a ignorar los verdaderos problemas para que no existan. De ello podríamos concluir que tratará de no ver un rival serio en Ciudadanos precisamente porque lo es.

Estas podrían ser las razones que, a ojos de los asesores y del propio Rajoy, explicarían la decisión de esconder unas elecciones cruciales entre hojas de acebo, pedacitos de musgo, espumillón y bombillitas de colores. Otras hipótesis se centran en la oportunidad de la paga extra a los funcionarios que, por lo visto, les animaría a votar en masa por su benefactor aunque supongo que más bien interpretarán, como mucho, que les devuelve lo que les quitó. Viniendo de Rajoy, no sé por qué algunos se resisten a pensar en que, sencillamente y una vez más, se equivoca y hunde las expectativas de su partido.

Pero como la entrevista se quemó a los 15 segundos de empezar, si no antes, han pasado desapercibidas algunas reflexiones del presidente posteriores a la primera convocatoria catódica de la historia electoral. Consideraré alguna de ellas como parte del programa electoral de su candidatura.

Refiriéndose a Cataluña, como si fuera por primera vez, el presidente dijo: "La ley hay que cumplirla. Si alguien no opina como yo, que no lo haga". Pues eso es lo que ha pasado por tedioso que resulte destacarlo: que el que no cumple sigue su vida con absoluta normalidad, que los actos no tienen consecuencias. Continuando con el asunto separatista, Rajoy denunció las falacias propagandísticas asentadas hace décadas. La conclusión presidencial fue de sonrojo: "España no les roba, España sí les quiere". Ya lo había dicho días antes García Margallo en su debate bilateral España-Cataluña con Oriol Junqueras: "Quedaos, se os quiere…". Como muy acertadamente dijo en esRadio Juan Carlos Girauta aquella expresión era el resumen del sentir del Gobierno: España y Cataluña son dos cosas distintas o los catalanes que se sienten españoles se quieren a sí mismos.

Rajoy también quiso repartir culpas en la cuestión catalana y denunció "fallos de todo el mundo", que es verdad que los ha habido. Se centró en el PSOE –entonces liderado por Zapatero– por impulsar la reforma del Estatuto. La lástima es que Gloria Lomana no le preguntara en ese preciso instante por los cuatro millones de firmas que recogió el PP contra aquella política de Zapatero y el posterior frenesí separatista. Jamás se supo de ellas. De las firmas se pasó al FLA sin nota a pie de página y a una sentencia del Tribunal Constitucional que, como ha quedado demostrado, era un nihil obstat maquillado con cuatro o cinco quejas.

Pero cuando de verdad me desperté fue en ese momento de la entrevista en que se habló de las "singularidades" de Cataluña, entre ellas, que el catalán "es casi el único idioma en el que se puede estudiar" en los colegios. Terrible confesión que pasó tan desapercibida a la entrevistadora como al entrevistado. Las singularidades están reconocidas –explicó Rajoy– y por lo visto las ilegalidades, consentidas y ahora también confesadas.

Ya al final de la entrevista llegó el momento de hablar de José María Aznar y de su "reprimenda" –Lomana dixit– por los resultados electorales del PP en Cataluña. "No coincido ni dejo de coincidir ni voy a comentar nada", dijo aquel que en su día fue señalado como sucesor por el famoso dedo de Aznar. Gloria Lomana insistió en preguntar si al menos mantenían o existía relación. "Alguna vez le he visto, sí", respondió Rajoy forzando las comisuras al límite de la indiferencia. Pero a la periodista le interesaba saber cómo le sentó enterarse de la bronca por un comunicado con el membrete de FAES. Fue entonces cuando el presidente más bidimensional de la historia espetó, cambiando el gesto: "Yo a la gente le hablo a la cara, no con comunicados".

Total, que gracias a Antena 3 ya tenemos cita con las urnas, algunas confesiones y una campaña electoral que oficialmente empezará en el puente de lo que quede de la Constitución y la Inmaculada, conceptos ya casi antónimos.

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