La Fiscalía que depende del Gobierno, según admitió el propio presidente Sánchez, dice que abrirá una nueva investigación al fiscal Ignacio Stampa, Ironman para los amigos, tras el "lío" –así lo califica el Gobierno– de Flor y Dina que atormenta al vicepresidente Iglesias.
Sostienen en La Moncloa que el turbio asunto sólo afecta a Podemos y que la cosa se quedará en "escándalo político" y poco más. Bien es sabido que en España los "escándalos políticos" prescriben pronto si salen por la izquierda. Éste en concreto parece que preocupa todavía menos porque el insomnio inicial de Pedro Sánchez al pensar en un pacto con Podemos –como el miedo que decía aquel– ha cambiado de bando.
A grandes rasgos, en enero de 2016 llegó a la redacción de Interviú, supuestamente de forma anónima, una tarjeta SIM de un teléfono móvil. Pertenecía a Dina Bousselham, entonces asesora en Bruselas de un recién llegado a la política Pablo Iglesias. También supuestamente, Dina había sufrido el robo de su móvil en noviembre de 2015 mientras estaba de compras por Alcorcón.
Tras consultar el contenido de la tarjeta en redacción, el presidente del Grupo Zeta, Antonio Asensio, llamó a Pablo Iglesias y le dejó a solas en la intimidad de su despacho para que él mismo comprobara lo que podía verse y leerse en ese pequeño dispositivo de memoria. En la redacción dijeron que no le veían recorrido informativo y sí mucha carga íntima. En definitiva, que Interviú no iba a publicar nada.
Iglesias salió de la sede del Grupo Zeta agradecido y con la tarjeta SIM en el bolsillo. Pero ya no era el único ejemplar. Alberto Pozas, el director de la revista Interviú que no veía recorrido informativo en la tarjeta, ya tenía una copia que acabaría en manos del comisario Villarejo, por aquel entonces no tan conocido y que, según la versión de Pozas y Rendueles –otro periodista de Interviú–, aparecía como Jefe de la Unidad de Inteligencia. De hecho, en su declaración alegaron que fue Villarejo el que les requirió oficialmente la tarjeta y que ese tipo de requerimientos policiales eran habituales en una revista que presumía de periodismo de investigación. Otra cosa es que ellos decidieran hacer una copia con o sin conocimiento de Iglesias.
Pozas llegó a ser director general de Información Nacional con Pedro Sánchez y dependiente de la Secretaría de Estado de Comunicación del inefable Miguel Ángel Oliver. Dimitió cuando saltó el escándalo y sigue imputado en el caso.
Iglesias tuvo en su poder la tarjeta SIM desde enero hasta junio según la versión quebradiza y contradictoria de la propia Dina, más de un año según las pesquisas del juez. Aunque fuera cierta la versión más corta, nadie ha explicado por qué el vicepresidente se erigió en custodio del material sin conocimiento de su propietaria. Es cuando OKDiario publica el famoso mensaje de Iglesias sobre Mariló Montero –"la azotaría hasta que sangrase"– cuando, según la versión podemita, saltan las alarmas.
En noviembre de 2017, en el marco de la operación Tandem, "caso Villarejo" para los amigos, aparece en un registro en el domicilio del comisario un pendrive con parte del contenido de la tarjeta, la que le había entregado Pozas supuestamente por un requerimiento. A partir de este hecho Pablo Iglesias se monta la gran campaña de las cloacas, la "policía política del PP", la persecución... Iglesias no había dicho nada hasta entonces pero el pendrive en casa de Villarejo se lo puso en bandeja y decidió, en marzo de 2019, personarse en la Audiencia Nacional como perjudicado, y como perjudicado concurrir a unas elecciones. Podemos arrancó, pues, su campaña electoral muy cerca de la sede del PP, en la acera de enfrente, que es donde se ubica la Audiencia.
La declaración de Iglesias ante el juez, desvelada entonces por Miguel Ángel Pérez en Libertad Digital, decía así:
"Uno espera que lo que uno escribe en su teléfono móvil en un grupo entre amigos, pues no haya un policía que encargue el robo de ese teléfono móvil y se lo filtre a un periodista (…) Deduzco que lo nuestro forma parte de algo más grande. Tengo la sensación de que hay una vinculación, esto es deducción política, que en este caso se mezcla con la deducción procesal. Es evidente que en este país se han hecho encargos a policías muy importantes por parte de poderes políticos y económicos de una serie de acciones. Creo que lo nuestro que empieza con el robo de un móvil forma parte de un entramado mucho más amplio al objeto de hacer daño a una formación política".
La ecuación más simple para Iglesias era que Villarejo había soltado la tarjeta en la redacción de Eduardo Inda como parte de la campaña de acoso de la derecha extrema heteropatriarcal. Pero de nuevo la propia Dina añadió otras posibles vías al admitir que ella misma hizo pantallazos del chat para reenviar. No hacía falta un robo para que salieran a la luz algunos contenidos de la famosa SIM.
Con el tiempo, se hacía insostenible que el "perjudicado" hubiera escondido el arma del crimen durante más de un año y, así, se le termina retirando, ya en junio de 2020, la condición de víctima. Además, las coartadas fallarán más que la trama de un serie B porque a Dina unas veces le funcionaba la tarjeta, otras no y, en resumen, de vez en cuando… según convenga. La ex asesora es hoy directora de La Última Hora, un periódico digital que no tiene publicidad porque quiere ser independiente pero cuyos fondos se recaban por recomendación de Iglesias entre los afiliados morados.
Cuando el juez García Castellón dice que Dina no puede compartir abogada con Iglesias… es Iglesias el que cambia de abogado dejando a Marta Flor, la abogada de Podemos y supuesta amiga del fiscal Stampa Ironman, como representante de su antigua asesora, por si acaso. El nuevo letrado del vicepresidente, Raúl Maíllo, sale del entorno de Enrique Santiago, diputado podemita… en cuyo despacho profesional como abogado en la calle Jorge Juan fijó su sede a efectos registrales el muy independiente periódico de Dina Bousselham.
Es complicado resumir porque hay en circulación muchas versiones sobre este cutre culebrón. Desde el supuesto robo planificado del móvil hasta la filtración interesada y posiblemente pasional en una trama cruzada de desengaños y despechos con actores principales, pero también de reparto. Condición humana de toda la vida.
Culebrón, sí… hasta que aparece un fiscal apodado Ironman y que nadie hacía precisamente adepto al partido morado. Tanto alias y tanto mensaje no son nada al lado de lo que pudieran haber hablado en privado la abogada Flor y el fiscal Stampa y que, probablemente, no se podrá demostrar de forma documental. Como será difícil constatar si la tarjeta fue quemada en un microondas por el propio Iglesias. Pero lo publicado hasta ahora, la constante comunicación entre un fiscal y una abogada que llega incluso a ir un paso por delante del procedimiento, según los mensajes, sería bastante para elevar el "lío" a monumental episodio de corrupción.
La fiscal General del Estado –del Gobierno, según Sánchez–, que fue muy poco antes ministra de Justicia del PSOE; "la Lola", según Villarejo; la que bebe vino de la copa del "Balta", según el propio Balta; la que califica de "éxito garantizado" la red de burdeles-confesionario de un sector de la pasma… Dolores Delgado, en suma, no es precisamente admiradora del colega Ironman, bautizado así por uno de los múltiples casos –Iron– que componen la macrocausa del caso Villarejo. Así que puede que hasta le pise un callo para dejar claro que aquí manda "la Lola". Pero cuesta imaginar que llegue más sangre al río a tenor de lo expresado por el Gobierno. En realidad, el del "lío" era hace bien poco "el escollo" para que Sánchez llegara a formar gobierno con Podemos. Su desgaste político alivia mucho al insomne presidente.
Flor, Dina, Ironman… Iglesias por fin es protagonista de su propia serie. Pero nunca hay que olvidar que también es el vicepresidente del Gobierno de España y que en la trama hay fiscales que no pueden seguir ejerciendo si se demuestran ciertas las connivencias.
El "lío" de Iglesias es el escándalo del Gobierno si la oposición lo persigue como es su deber. De lo contrario, el caso estará cerrado u olvidado más pronto que tarde y seguiremos hablando de las cremas de Cifuentes, de los títulos de Casado y del afán de Ayuso por abandonar ancianos moribundos.