"Ésta no es nuestra guerra y no deberíamos participar en ella".
Así es como muchos árabes y musulmanes reaccionaron al plan del presidente estadounidense, Barack Obama, de formar una coalición internacional para combatir a la organización terrorista del Estado Islámico (EI), que opera en Irak y Siria y amenaza con invadir más países árabes.
Los terroristas del EI han matado o herido a decenas de miles de árabes y musulmanes, la mayor parte de ellos en los últimos meses. En comparación, ha atacado a sólo unos pocos occidentales, tres de los cuales fueron decapitados en las últimas semanas.
Los terroristas del EI son también responsables de provocar el desplazamiento de millones de sirios e iraquíes, y del asesinato de muchos otros.
Aún así, las atrocidades cometidas por el Estado Islámico contra árabes y musulmanes, además de la amenaza inmediata que supone para muchos de sus países, no parecen ser razón suficiente para hacerles declarar la guerra al grupo terrorista.
Mientras que algunos árabes y musulmanes preferirían que Estados Unidos y sus aliados occidentales combatieran al Estado Islámico, otros han manifestado su hondo rechazo a la nueva coalición contra el grupo, encabezada por los estadounidenses, sobre todo porque se identifican con la ideología y los objetivos antioccidentales de los terroristas.
Varios dirigentes árabes le dijeron la semana pasada al secretario de Estado John Kerry que contribuirían en "diversos aspectos" a la coalición contra el Estado Islámico. Pero la mayoría de ellos no están dispuestos a comprometer tropas terrestres en la batalla contra sus cerca de 30.000 yihadistas.
Los dirigentes árabes que quieren que Estados Unidos libre la guerra contra el Estado Islámico temen que los acusen de ser traidores y agentes estadounidenses por unirse a los no musulmanes en una guerra contra un grupo que pretende instaurar un califato islámico. Su mayor temor es que sus propios pueblos se alcen contra ellos una vez vean que luchan del lado de no musulmanes en una guerra que supondría la muerte de muchos de sus correligionarios.
Lo máximo que están dispuestos a hacer estos líderes árabes para ayudar a la emergente coalición liderada por Washington es proporcionar ayuda logística y de inteligencia a los norteamericanos y sus aliados occidentales en la guerra contra el Estado Islámico.
Por su parte, Jordania ha accedido a adiestrar a miembros de tribus iraquíes para ayudarlos a combatir a los terroristas del EI en Irak. Se supone que el reino hachemita y la mayoría de los países del Golfo también se oponen a servir de plataforma para lanzar ataques aéreos contra bases terroristas en Irak y Siria.
Pese a que han accedido formalmente a unirse a la coalición dirigida por Estados Unidos, parece que los dirigentes árabes no se fían de la Administración Obama cuando se trata de combatir al fundamentalismo islámico en Oriente Medio.
Algunos de esos dirigentes, como el egipcio Abdel Fatah al Sisi, consideran que la Administración estadounidense es uno de los principales aliados de los Hermanos Musulmanes. Sisi y su régimen nunca le perdonarán a Obama su apoyo a los Hermanos y al depuesto presidente Mohamed Morsi.
Además, muchos árabes y musulmanes consideran que el Estado Islámico es un subproducto de las fallidas políticas estadounidenses en Oriente Medio tras la Primavera Árabe. Consideran que una prueba de debilidad como el apoyo al exprimer ministro iraquí Nuri al Maliki y a sus medidas represoras contra los suníes allanó el camino para que emergiera el Estado Islámico. Señalan que la vacilación de Obama a la hora de apoyar a la oposición moderada y laica en Siria también facilitó que el EI se infiltrara en ese país.
Aún peor: no faltan árabes y musulmanes que estén convencidos de que el Estado Islámico es, en realidad, una invención de norteamericanos y sionistas para destruir el mundo árabe y mancillar la imagen del islam.
El director de la universidad egipcia de Al Azar, el mayor centro de estudios del islam suní, dijo recientemente que los terroristas del Estado Islámico eran "creaciones coloniales" al servicio de un plan "sionista" para "destruir al mundo árabe".
Probablemente, a muchos árabes y musulmanes no les guste el Estado Islámico y lo consideren una verdadera amenaza. Pero, al mismo tiempo, tampoco parecen confiar mucho en la Administración Obama, a la que ven débil e incompetente a la hora de combatir a los islamistas. Simplemente, no se fían de ella.
El jeque Yusuf al Qaradawi, presidente de la Unión Internacional de Estudiosos Musulmanes, con sede en Qatar, el cual no es ningún fan del Estado Islámico, también se ha manifestado en contra de la emergente coalición encabezada por Estados Unidos. Así, ha explicado:
Nuestras diferencias ideológicas con el Estado Islámico no implican que estemos de acuerdo con un ataque norteamericano contra el grupo. A Norteamérica no le importan los valores del islam; sólo le preocupan sus propios intereses.
Si hay un dirigente árabe verdaderamente preocupado por las repercusiones de una guerra contra el Estado Islámico, ése es el monarca jordano, Abdalá, que afronta crecientes presiones domésticas para que se mantenga al margen de la coalición encabezada por Estados Unidos.
Irónicamente, esta oposición se produce pese a que Jordania aparece claramente como el próximo objetivo de los yihadistas del Estado Islámico. Algunos informes han sugerido, incluso, que los terroristas ya han logrado infiltrarse en el reino.
El dilema del rey Abdalá es que si se une a la coalición encabezada por Estados Unidos, su país se verá inmerso en el caos y la inestabilidad. Pero el monarca es plenamente consciente de que no tomar parte en la guerra facilitaría la misión de los yihadistas de invadir su reino.
En el transcurso de la pasada semana, muchos jordanos se manifestaron públicamente en contra de la idea de que su país se una a la nueva coalición. Son voces que no proceden únicamente los Hermanos Musulmanes de Jordania, sino de individuos y grupos laicos.
La semana pasada, 21 parlamentarios jordanos escribieron una carta al Gobierno en la que advertían en contra de ayudar a los norteamericanos y a sus aliados en la guerra contra el Estado Islámico.
Seis partidos laicos del país también se unieron a este llamamiento en una declaración dirigida al Ejecutivo:
Debemos resistirnos a los planes imperialistas y seguir enarbolando el lema de la democracia, la independencia y la libertad.
El escritor jordano Maher Abu Tair, muy próximo al rey Abdalá, ha hecho sonar las alarmas, reflejando el amplio escepticismo imperante ante las intenciones de Obama:
Involucrar a Jordania en el enfrentamiento con el Estado Islámico es algo peligroso. Si todo el mundo está verdaderamente preocupado por Jordania, ¿por qué no apoyarla social y económicamente en vez de arrastrarla a un cenagal?
Otro escritor jordano, Abdel Hadi al Katamin, ha dicho, expresando sentimientos análogos:
Sí, ésta no es nuestra guerra, no tenemos nada que ver con ella y no la necesitamos. No queremos librar una guerra por cuenta ajena a cambio de nada, sólo para apaciguar a Obama. No todo lo que vemos y oímos es correcto. Para nosotros, la mejor solución es defender nuestras fronteras y evitar que el Estado Islámico se infiltre en nuestro país. Si vienen, entonces sí que será nuestra guerra.