¿Qué se hace cuando tu casa se ha convertido en un infierno? Si eres el presidente palestino, Mahmud Abás, desvías la atención del caos lo más rápido que se pueda.
Para empezar, Abás pretende asustar a la comunidad internacional para que crea que, sin una mayor presión sobre Israel, la Autoridad Palestina se verá obligada a recurrir a medidas unilaterales como tratar de crear nuevos "hechos sobre el terreno" en la Margen Occidental. Después, amenaza con renovar el llamamiento palestino para convocar una conferencia internacional de paz en Oriente Medio y redoblar los ataques dialécticos contra Israel. Por último, el mandatario palestino ha perfeccionado el arte de la extorsión. Cada jueves y cada martes amenaza con dimitir o disolver la Autoridad Palestina. La táctica tiene un doble propósito: conseguir dinero contante y sonante de Europa y Norteamérica y desviar la atención del caos de la AP.
Abás quiere que las miradas del mundo entero se dirijan a Israel y nada más que a Israel. Así la feroz batalla por la sucesión que libra entre bambalinas la cúpula palestina en la Margen Occidental quedará lejos del foco de atención.
La semana pasada el portavoz de Abás, Nabil Abu Ruidaneh, anunció que la Autoridad Palestina estaba coordinándose con Egipto, Arabia Saudí y Jordania para crear "hechos sobre el terreno" y establecer un Estado palestino. Ese anuncio tenía como finalidad que la comunidad internacional apretara las tuercas a Israel. La amenaza de "crear hechos sobre el terreno" era un mensaje directo a Estados Unidos y la Unión Europea: sería mejor que presionaran más (y más rápido) a los israelíes, o a los palestinos no les quedaría más remedio que construir en el Área C de la Margen Occidental, que actualmente está bajo control exclusivo de Israel.
Pero que los palestinos construyan en ese área no es sólo una amenaza. De hecho, gracias a la ayuda financiera y logística de la UE, ya han iniciado ese proyecto en algunas zonas de la Margen Occidental. Lo que quiere la Autoridad Palestina es que la comunidad internacional responda así: "Oh, Dios mío, tenemos que hacer algo para salvar el proceso de paz. Tenemos que presionar aún más a esos israelíes antes de que las cosas se descontrolen".
La AP busca que a Israel le sea impuesta una solución por parte de la comunidad internacional, cosa que está clara desde hace tiempo, pero el reciente anuncio del portavoz palestino ya no deja lugar a dudas. Abás no tiene incentivo alguno para volver a la mesa de negociaciones con los israelíes. ¿Por qué negociar cuando las potencias occidentales están dispuestas a hacer lo que sea para poner de rodillas a Israel?
Como parte de esa estrategia, la semana pasada Abás reiteró su llamamiento a la celebración de una conferencia internacional para debatir "formas de resolver la cuestión palestina". Según el presidente de la AP, la comunidad internacional que ha alcanzado acuerdos sobre Siria, Libia e Irán debería ser capaz de resolver el conflicto palestino-israelí.
No es más que una reedición de las tácticas amedrentadoras de Abás. Tenemos que creer que el islam radical y el terrorismo serán derrotados al resolver la disputa palestino-israelí. El presidente de la AP quiere implantar en las mentes occidentales la existencia de un vínculo directo entre el grupo terrorista Estado Islámico (ISIS) y dicho conflicto.
Pero Abás haría bien en comprobar sus fuentes. Al ISIS y al resto de grupos terroristas que destruyen actualmente el mundo árabe no les importan lo más mínimo los asentamientos o los puestos de control israelíes. En su orden del día tampoco tienen una solución de dos Estados. Esos grupos tienen unos planes distintos: conquistar el mundo y establecer un imperio islámico. En el camino hacia su objetivo, los terroristas musulmanes matarán a apóstatas e infieles, incluidos Abás y otros líderes árabes.
"El llamamiento del presidente Abás para que se celebre una conferencia internacional refleja el estado de confusión y torpor en que se encuentra", señaló el exministro palestino Hasán Asfur. "Ese llamamiento pretende buscar una fórmula confusa y endeble y carece de legitimidad". Asfur señaló que no hay necesidad alguna de semejante conferencia, dado que Naciones Unidas ya reconoció un Estado palestino en 2012.
Así pues, ¿qué es exactamente lo que pretende Abás? La mayoría de los analistas políticos palestinos están convencidos de que el presidente, de 84 años y a punto de iniciar el undécimo de sus cuatro años de mandato, no busca sino mantener las riendas del poder. Según ellos, la mejor forma de conseguirlo es mantener los rumores de conferencias internacionales y potenciales movimientos unilaterales palestinos sobre el terreno.
Para poder dirigir el show palestino hasta el último momento, Abás tiene que desviar la atención de la batalla por la sucesión que ha saltado al primer plano en los últimos días. Altos cargos de Fatah le han presionado para que elija un presidente adjunto, con la esperanza de que así se podrá evitar el vacío de poder cuando abandone la escena por el motivo que sea.
Esos altos cargos llevan mucho tiempo criticando a Abás por dirigir la Autoridad Palestina como si fuera su feudo particular. Entre esos críticos se encuentran Yibril Rayub, Tawfik Tirawi, Mohamed Dahlán, Salam Fayad y Yaser Abed Rabo; todos ellos se consideran posibles sucesores del rais.
Por otra parte, el candidato preferido de Abás para el puesto de presidente adjunto parece no ser otro que Saeb Erekat, el negociador en jefe de la OLP recientemente ascendido al cargo de secretario general de la organización. Sin embargo, esa elección no es del agrado de los dirigentes de Fatah, muchos de los cuales han manifestado su oposición al intento de allanar el camino a Erekat para que se convierta en el próximo presidente palestino.
Por tanto, sí que existe un vínculo directo, pero no –como defiende Abás– entre el ISIS y el conflicto palestino-israelí; la verdadera relación directa es la existente entre la urgencia que siente Abás por apuntalar un imperio que se desmorona y su intimidación a la comunidad internacional. En otras palabras: cuando Abás siente el fuego, Israel es arrojado a las brasas.