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Íñigo Calderón

El paradigma Chaplin

El electorado andaluz ha premiado ampliamente a Ciudadanos, que ha supuesto un puente entre la izquierda y la derecha, que ha sido colaborador, posibilista y moderador.

Probablemente no sea verídico pero, como mínimo, es perfectamente verosímil y desde luego merece una reflexión. Según cuenta la anécdota, en los años de mayor popularidad del genial actor Charlie Chaplin se organizó un concurso de imitadores de Charlot, su personaje más célebre. La historia no revestiría mayor interés si no fuera porque, entre los cientos de concursantes, según el relato estaba el propio Charlie Chaplin. Parece que las pruebas trataban de hacerles caminar y gesticular como el famoso personaje, y luego un jurado de expertos ad hoc tendría que determinar quiénes de entre todos los concursantes eran los más fieles al personaje original. Pues bien, hay varias versiones de la anécdota, pero todas coinciden en algo: el jurado determinó que Chaplin no era el mejor Charlot. En algunas versiones Chaplin fue descartado en las primeras rondas eliminatorias, en otras quedó tercero, pero en ninguna se alzó con el triunfo.

Esta anécdota da que pensar, como decía. Para ese tribunal de expertos Chaplin no fue lo bastante bueno siendo Chaplin o, mejor dicho, para la idea que tenían de lo que debería haber sido Chaplin. No me entiendan mal, un tribunal siempre puede tener una idea de lo que debe ser Chaplin y calificar correspondientemente según cuánto se ajusta el parecido a su modelo, a su paradigma Chaplin. Pero, claro, la cuestión es que al final del día Chaplin es el mejor Chaplin, y a esto lo llamamos realidad. La consecuencia: que un veredicto que falla que Chaplin no es el mejor Charlot no pone en cuestión a Chaplin, sino sólo al tribunal de expertos y su fallo. Charlot es el personaje al que todos miran, la interpretación, sólo cuando miramos bajo el disfraz encontramos o no al auténtico Chaplin, y la realidad que se revela a veces se rebela.

Tras las elecciones de Andalucía he oído, visto y leído interpretaciones que me recuerdan mucho a esta anécdota.

Algunos políticos y tertulianos sentencian: el electorado andaluz causó un vuelco electoral, pidiendo cambio. Ahí están los números, ante ustedes, andando y gesticulando como los imitadores de Charlot en el concurso. Parece innegable, ¿no creen? Sin embargo, ¿es lo mismo pedir cambio que dejar de pedir continuidad? Pedir cambio y dejar de pedir continuidad parecen ambos el mismo Charlot, pero las diferencias están en los matices. Yo les pregunto: ¿bajo cuál de ambas interpretaciones subyace el auténtico Chaplin? Una pista, al menos para mí: la abstención no ha hecho sino subir.

También se escuchan sentencias de tribunales ad hoc sobre la subida de Vox, un partido de presunta extrema derecha y seguro extremo derecho, mal que les pese a los de "compañeras y compañeros". La sentencia colectiva para el electorado que los ha votado es que son unos xenófobos, fachas y carpetovetónicos reaccionarios. Para algunos, según se ve, el electorado andaluz no ha sido tan bueno como debería haber sido, Chaplin ha faltado al paradigma Chaplin, ha estropeado la idea que teníamos de Charlot y cómo debería moverse y gesticular. Así, Iglesias llamaba a determinados colectivos, que al parecer son el pueblo de verdad, a movilizarse y tomar la calle. La realidad es que las urnas son el auténtico Chaplin, y algunos intentan poner y quitar el mejor Charlot a posteriori, sacando imitaciones a la palestra.

Así, si aceptamos que ese Charlot es Chaplin bajo el disfraz, por debajo de las risas de la comedia, ¿cuál es la crítica social que nos hace en estos Tiempos modernos? Ya no seguimos saliendo de fábricas moviendo el brazo inconscientemente, apretando aún espasmódicamente tuercas ilusorias con una llave imaginaria. La crítica de aquellos tiempos era que el hombre no agarraba la llave, sino la llave al hombre, que se convertía en su mera extensión: lo instrumentalizaba. ¿Es la herramienta del hombre o el hombre de la herramienta? Hoy pasa lo mismo entre los políticos y el pueblo: ¿quién es y quién debería ser la herramienta de quién? Es más, dando un salto adelante, ¿es el pueblo la herramienta de los políticos, o los políticos son las herramientas del pueblo?, ¿debe un político como Iglesias decirle al pueblo cómo tiene que ser, lo que está bien o mal y qué le debe preocupar, o al revés?

Reflexionando sobre esto, creo que en estas elecciones Chaplin se ha rebelado, ha decidido dejar de ser una extensión de lo que debería haber sido siempre su herramienta. Me atrevo a decirlo porque si durante 40 años está mucho más claro que los andaluces han resuelto los problemas de los socialistas en mayor medida que los socialistas los de los andaluces, entonces está claro quién ha sido el instrumento. Ojo, Chaplin no ha decidido tirar la herramienta o cambiarla por otra, sino ponerla a su servicio.

De alguna manera, Chaplin ha vuelto a rodar hoy Tiempos modernos y ha señalado otros problemas actuales: la burbuja institucional, que sangra de impuestos a un pueblo como el andaluz, con unas cargas fiscales que desestimulan el emprendimiento a los que quieren esforzarse, convirtiendo a ciudadanos autónomos en súbditos de autonomía; el tema de la soberanía nacional y su progresiva disolución, bien regalándola barata a nacionalismos periféricos o diluyéndola tanto que parece pretender curarlos con una suerte de homeopatía, que sólo es solución para el personal más sugestionable; el tema de la inmigración y cómo afecta al contrato social, de cómo conjugar los esfuerzos que hacemos para integrarla con alguna suerte de exigencia de integración, o si sólo nos estamos exigiendo a nosotros mismos; además de otros temas como la ideología de género, la efebocracia o el olvido de nuestros mayores o senior, que muestran unas costuras frágiles con algunos ciudadanos todavía menos iguales que otros.

Todas estas cosas no están bien resueltas y algunas incluso están reconocidas como desafíos internacionales. Tener preocupación por la burbuja institucional no te convierte en antisistema. Tenerla por la soberanía nacional no te convierte en facha. Tenerla por el encaje de la inmigración no te convierte en xenófobo. Tenerla por cómo se enfocan las desigualdades tampoco te convierte en un radical. Vox y Podemos han sintonizado bien con algunas de estas cuestiones en su diagnóstico y, aunque no sean los únicos y tengan menos acierto quizás recetando remedios, han recibido el apoyo del electorado por ello. Se han identificado.

No obstante, no es menos cierto que el electorado ha premiado también y sobre todo ampliamente a Ciudadanos, que ha supuesto un puente entre la izquierda y la derecha, que ha sido colaborador, posibilista y moderador. Por ello, el electorado ha elegido que se involucre más en el siguiente Gobierno de Andalucía. El centro no está para participar en exclusiones, para extender cordones sanitarios a la izquierda ya está la derecha, y viceversa, haciendo eso traicionaría su misma razón de ser, que es ser la clave de arco y bóveda de la arquitectura parlamentaria, y no es eso lo que le ha pedido Chaplin poniendo dos partidos a su izquierda y dos más a su derecha. Hay que extender una gran carpa ciudadana a modo de paraguas para tratar esos problemas de verdad y gran calado que no se pueden seguir negando haciendo el avestruz, que requieren un amplio consenso, y dejar que se sumen otras fuerzas que quieran hacerlo sin aceptar exclusiones.

Al final del día, encaje con el paradigma del tribunal o no, Chaplin es Chaplin y por ello va a seguir siendo el mejor Charlot, digan lo que digan. Mejor que tomemos todos nota y lo aceptemos.

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