Hay que decir, como mérito a su favor, que esta campaña la comenzaron antes de que tuvieran noticia de los más que multitudinarios encuentros que el Papa acaba de tener en su reciente visita a Polonia.
Para realzar algunos aspectos importantes de la visita papal, han firmado un manifiesto y proponen engalanar también la ciudad del Turia con 5.000 pancartas en las que, además de figurar una mitra de gules dentro de un triángulo equilátero isócromo sobre campo de plata, campeará el siguiente lema: "Jo no t’espere", es decir, "Yo no te espero". Es lástima que figure en negativo el lema, tal vez por timidez, pues más bien parecería que quisieran decir "Yo te deseo", y claro, es tanta el ansia y necesidad del Romano Pontífice, que esperarle es poco. Y es que cuando una vida se construye en la negativa de algo, ese algo se hace imprescindible, pues es sobre lo que se sostiene. ¡Qué sería de la hiedra si desapareciera la encina sobre la que medra! Y en nuestro occidente, la gran encina es la Iglesia.
Ciertamente de manera excesivamente tímida, toda esta campaña, lo mismo que ocurre con fenómenos como El código Da Vinci y semejantes, no va hacer otra cosa que ensalzar y amplificar la visita de Benedicto XVI. Con la reciente experiencia de las caricaturas de Mahoma y la reacción consiguiente, todos aquellos que se opongan, que ridiculicen, que hagan mofa de Benedicto XVI, estarán ayudando a poner de manifiesto que el cristianismo es religión de libertad. Quedará claro que es tan nítida la apuesta del Papa y los demás católicos por la libertad de conciencia y de expresión que no recurrirán a la violencia para acallar a quienes intenten enmudecerlos, porque la libertad llevada al extremo es la protección de la libertad de aquellos que intentan negarte.
El manifiesto consta de 12 puntos y cada uno de ellos no hace sino encumbrar los postulados católicos a nada que se lean con mediana inteligencia. Así, por ejemplo, en el primer apartado, en el que no solamente se apuesta por un Estado laico, sino también por una sociedad laica, tal vez por confundir religión con confesión o por pensar que el que sea mayoritariamente religiosa una sociedad haga imposible que en su seno convivan varias religiones, se dice: "Todos y todas tenemos derecho a ser y celebrar lo que somos". Tal vez por eso los católicos, incluyendo muchos que no lo son, se reunirán, en ejercicio de su libertad, con el Papa en Valencia. Siguiendo con un manifiesto alarde de amor a la libertad y de estar bien informados, en el apartado dedicado al sistema educativo, dice: "Propugnamos un sistema educativo público, laico, democrático, de calidad y valenciano. Y eso no es compatible con la imposición de la enseñanza de la religión que defiende la jerarquía de la Iglesia católica". Que yo sepa la Iglesia Católica no pretende imponer a nadie la enseñanza religiosa, más bien está a favor de que no se imponga a niños y padres una enseñanza laica, sino que cada familia pueda elegir los valores que quiera transmitir a sus hijos. Y, como éstas, muchas.
Por ello, como ejercicio de entretenimiento, creo que se podría organizar un concurso consistente en descubrir en el manifiesto todos sus contradictorios alardes de pluralismo, todas sus exhibiciones de desinformación sobre la Iglesia Católica, muy en particular en lo referente a la doctrina social, etc. Seguramente los concursantes al final se adherirán a la conclusión de este preclaro escrito: "En definitiva, la diferencia fundamental entre el modelo social que defiende el Vaticano y los que podemos plantear las entidades que apoyamos esta declaración es que nosotros respetamos la diversidad ideológica". Está claro.