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ENCUENTRO DEL PAPA CON LOS MOVIMIENTOS Y NUEVAS COMUNIDADES

Todavía más, mucho más

Benedicto XVI ha aprovechado el gran encuentro de los Movimientos y nuevas comunidades, en la Vigilia de Pentecostés, para lanzar a estas realidades eclesiales un nuevo desafío. Les ha pedido que orienten toda su energía hacia la misión, que consiste fundamentalmente en abrir las puertas de nuestro mundo angustiado y confuso, a Cristo. El Papa no se ha detenido ni un momento a examinar las rancias discusiones que durante años han rodeado a la expansión de estos movimientos, y ha centrado su homilía en la naturaleza misma del cristianismo.

Benedicto XVI ha aprovechado el gran encuentro de los Movimientos y nuevas comunidades, en la Vigilia de Pentecostés, para lanzar a estas realidades eclesiales un nuevo desafío. Les ha pedido que orienten toda su energía hacia la misión, que consiste fundamentalmente en abrir las puertas de nuestro mundo angustiado y confuso, a Cristo. El Papa no se ha detenido ni un momento a examinar las rancias discusiones que durante años han rodeado a la expansión de estos movimientos, y ha centrado su homilía en la naturaleza misma del cristianismo.
Benedicto XVI con los fieles

El primer subrayado es que la Iglesia, con su corporeidad histórica concreta, es obra del Espíritu Santo y no de las planificaciones geniales de los hombres. Es la energía del Espíritu la que plasma en cada momento de la historia la fisonomía de la Iglesia, para que los hombres puedan encontrarla y reconocer en ella la respuesta a su sed de la vida verdadera. De esta sed han nacido los Movimientos, no de una estrategia o de una coordinación. Por eso la idea misma de "movimiento", que el Papa aplicaría después a la Iglesia entera, nos habla del cristianismo como la comunicación de una vida. Y una característica esencial de la vida cristiana es la libertad. No la falsa libertad que consiste en la ausencia total de vínculos, en poder hacer lo que cada uno quiere sin referencia al significado de la realidad, sino la libertad que se realiza en la adhesión al bien y a la verdad, que asume sobre sí la corresponsabilidad por el destino de los demás y del mundo. Benedicto XVI ha pedido a los Movimientos que sean escuelas de esta libertad verdadera, y se trata de una indicación de profundo calado educativo, porque el cristiano tiene que ser hoy un signo viviente de esta libertad frente a las esclavitudes que asfixian el corazón de los hombres. El anuncio cristiano sólo podrá ser relevante para nuestro mundo, en la medida en que responda a la sed de vida y de libertad que caracteriza al corazón del hombre, esa sed que precisamente han traicionado las ideologías.

Benedicto XVI saludando a los asistentes al encuentroEn otro pasaje de su homilía, el Papa abordó lo que podríamos llamar la fantasía del Espíritu, que siempre crea nuevos dones para construir un cuerpo en la historia. Los Movimientos y nuevas comunidades no son, pues, una anomalía que hay que soportar con benevolencia. Es el propio Espíritu quien quiere esa multiformidad, y la quiere para edificar el único cuerpo de la Iglesia, a través de la unidad que aseguran los sucesores de los apóstoles con el Papa a la cabeza. De ahí el doble mensaje de Benedicto XVI: a los pastores, para que estén atentos a no extinguir la novedad que crea el Espíritu; y a los Movimientos, para que no cesen de comunicar sus dones a la comunidad entera. Así pues, nada de aislamiento ni autocomplacencia, porque los carismas han sido dados para bien de toda la Iglesia.

El paso final de la homilía de Benedicto XVI se refiere a la misión: el Espíritu que crea la unidad de la Iglesia, busca reunir en ella a toda la humanidad. Algunos movimientos y nuevas comunidades han mostrado en estos años una notable capacidad para comunicar la fe en ambientes alejados y generalmente impermeables al anuncio cristiano. Ahora el Papa ha pedido a todos que sean todavía más, mucho más, colaboradores en su ministerio apostólico universal, abriendo las puertas a Cristo. No pasará inadvertido que de esta manera, el Papa ha querido asociar estrechamente estas realidades a su propia responsabilidad. Por supuesto que eso no significa desarraigar a los Movimientos de las Iglesias locales, en cuyo ámbito tienen una responsabilidad claramente remarcada, pero sí indica que el Papa les señala un horizonte universal para su misión. En este encuentro multitudinario, orante y festivo, Benedicto XVI ha querido abrazar la variedad de formas que el Espíritu ha suscitado en la Iglesia en los últimos decenios, pero no ha buscado una mera confirmación complaciente. Les ha pedido que caminen hacia una madurez que se medirá, sobre todo, por su capacidad educativa (escuelas de libertad) y por su apertura misionera (abrir las puertas a Cristo).
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