En vez de informar a sus superiores se repartieron el dinero y fueron descubiertos más tarde por la ostentación del gasto en lujos y en prostitutas de alto standing. La película se aproxima a estos hechos desde un flashback con la perspectiva de Porras, un soldado que ha sido víctima de una estafa y ha perdido los ahorros que él y su joven esposa tenían para afrontar su futuro. Sin embargo, Porras muestra más escrúpulos morales que sus compañeros a la hora de quedarse con ese dinero.
El guión toca muchos puntos de interés en torno al valor del dinero y a lo que significan los sueños y los proyectos de futuro; a la crítica al culto al consumismo desaforado se añaden unas reflexiones morales interesantes que obligan al espectador a preguntarse en cada momento: "¿Qué haría yo?" El film no ofrece una respuesta clara, al presentar la opción de los soldados como algo que ellos legitiman con argumentos: dedican su vida a la patria y les pagan muy poco, ese dinero es fruto de delitos y "ya no es de nadie", si lo entregan seguramente se lo repartirán unos cuantos funcionarios corruptos y, sobre todo, con ese dinero podrán supuestamente cumplir sus sueños de pobres. Pero la verdad más evidente que se desprende del desenlace del film es que la avaricia rompe el saco; el final es muy poco esperanzador. La sanción moral, inexistente, es sustituida por la sanción penal.
La película cuenta con poco presupuesto, la escena bélica inicial es realmente defectuosa y los medios no son abundantes, pero es ágil, está bien dirigida, y el guión funciona con fluidez. Un español perderá bastantes diálogos por el argot colombiano popular en que se expresan los soldados. Se nota el oficio televisivo del director, que pasa de una secuencia a otra sin descanso. El tema es interesante, aunque corto en su juicio resolutivo. Ideal para un cine forum con adolescentes si no fuera por lo explícito de las escenas eróticas con las prostitutas.