Sin reservas es el título deliberadamente equívoco del remake americano de Deliciosa Martha. Para el espectador medio, escaso consumidor de cine europeo, la cinta que en 2001 dirigió Sandra Nettelbeck es una gran desconocida, y Sin reservas le parecerá una estupenda comedia romántica de formato muy clásico, muy hollywoodiense y rebosante de valores positivos.
Kate Armstrong (interpretada por una solvente y muy guapa Catherine Zeta-Jones) es la gran chef de un restaurante de moda en Manhattan. Pero su éxito es sólo profesional: vive sola, evita cualquier relación que le obligue a cambiar de planes y necesita ir al psicoanalista a sanear sus frustraciones. Su patológico perfeccionismo se pone a prueba cuando debe hacerse cargo de su sobrina de nueve años, Zoe (una estupenda Abigail Breslin), a la vez que debe afrontar la invasiva personalidad de Nick, un nuevo cocinero contratado por el restaurante que interpreta Aaron Eckhart con un ligero histrionismo.
Todo se imagina desde el principio en esta comedia que no deja lugar para la sorpresa. El director Scott Hicks (Corazones en Atlántida) sabe, sin embargo, manejar con oficio las claves del género, le imprime un ritmo equilibrado, combina con destreza lo cómico y lo romántico con lo melodramático, y consigue que la máquina narrativa y emocional funcione como la seda. Ciertamente, gran parte del mérito de este film se debe a su original, la citada Deliciosa Martha, pero la puesta en escena y el trabajo actoral, especialmente el femenino, convierten la cinta americana en un digno trasunto de su predecesora.
A nivel temático la película abunda en una sencilla verdad: algo bello y atractivo –como el arte culinario– se vuelve contra uno si se absolutiza, es decir, si en vez de abrir más a la realidad, cierra y encierra en una burbuja de individualismo asfixiante. Un acontecimiento imprevisto, como es la luminosa presencia humana del cocinero Nick, rompe esa espiral de soledad y acaba dando la vuelta a toda la escala de valores de nuestra bella protagonista. Cine familiar ideal para una velada fresca y gratamente convencional.