La debutante cineasta Andrea Arnold revisita el tema que planteó el maestro Kieslowski en su película Azul: una mujer con la vida destrozada por un accidente familiar está llena de rencor hacia la vida y odio al drogadicto que provocó el fatal suceso. Se dedica a mirar la existencia desde una cápsula indolora, en este caso favorecida por su trabajo profesional. Cuando tiene la oportunidad de exteriorizar y comunicar todo el dolor que lleva dentro su corazón se esponja y tiene la oportunidad de mirar su vida con más alegría y mucha más paz.
Este proceso, tan querido de los herederos de Dogma 95 –el film está producido por Zentropa– tiene momentos brillantes, pero otros marcados por un exceso de artificiosidad, debidos seguramente a la inexperiencia en el largo. Tampoco es muy afortunada la larga secuencia sexual –sorprendentemente explícita– que despista sobre las verdaderas motivaciones de la protagonista.
El reparto es brillante, con la actriz televisiva de la BBC Kate Dickie en el papel protagonista y el consagrado Tony Curran (El buen alemán) como antagonista. El joven Martin Compston, que vimos recientemente en Memorias de Queens, tiene aquí un interesante papel secundario
Red Road es la primera película producida según la fórmula Advance Party, un proyecto de la cineasta danesa Lone Scherfig (Italiano para principiantes) en el que tres directores escriben cada uno un guión diferente, pero basado en el mismo grupo de personajes. Los mismos actores interpretan a los mismos personajes en cada una de las películas. En fin, un producto típico del norte de Europa, para los amantes del "cine de autor".