Con mucho retraso, cómo no, nos llega esta interesante cinta. Aunque la película es favorable a Lutero –no en vano está financiada por la Thrivent Financial for Lutherans, entidad americana creada para ayudar a las iglesias y familias luteranas–, no nos da una imagen hagiográfica del mismo; bien al contrario nos muestra a un hombre muy visionario, que habla a voces con el demonio, que está lleno de dudas de fe, que tiene un carácter muy personalista y que tiene ante todo un problema afectivo, no “nota” que Dios le ame. Ciertamente salen peor parados el Papa León X, un hombre burdo entregado a la cacerías, y Carlos V, dibujado de forma bastante repelente. Pero lo más duro de ver es la descripción que hace el film de ciertas prácticas de la Iglesia del momento: la venta de indulgencias –las famosas simonías–, la proliferación de cultos a reliquias de dudosa autenticidad, el afán recaudatorio, y una corrupción generalizada.
La clave más interesante del film está en el personaje de Johann von Staupitz, vicario general de los Agustinos, y que encarna el siempre imponente actor Bruno Ganz. Y es que él pone el dedo en la llaga. Siempre fiel amigo y consejero de Lutero, trata de que las cosas nos vayan demasiado lejos; cuando ya lo han hecho, le dice a su pupilo: “Yo esperaba que reformaras la Iglesia, no que la destruyeras”, y le hace ver cómo lo correcto es construir desde lo bueno que se encuentre, y no partir desde las cosas que están mal. Es un juicio lúcido, ya que no cuestiona las razones originales de Lutero, pero sí su método, que devino en un subjetivismo radical.
En el film se apuntan las consecuencias políticas de la Reforma, y cómo muchos vieron en las tesis de Lutero la excusa perfecta para dar un vuelco en el reparto de poder que imperaba en Europa. Lógicamente la película no afronta la llamada Reforma católica, o Contrarreforma, es decir, lo que hizo la Iglesia para enmendar los errores que denunciaba Lutero, y que dieron lugar a una de las épocas más hermosas de la Historia de la Iglesia.
Eric Till es un director de 75 años, realizador televisivo afincado en Canadá, y que ya dirigió una película sobre el teólogo Dietrich Bonhoeffeer, asesinado por los nazis en 1945.