Bonita trampa, con la respuesta incluida, como preguntar de qué color era el caballo negro de Santiago. El señor filósofo, está claro, cree que la "dignidad" del ateísmo garantizará la paz, y entonces lo que debiera hacer es demostrarlo. Como no lo hace, le sugeriré un par de consideraciones al respecto, nada especulativas:
El movimiento ateo más importante, combativo y masivo creado en Europa ha sido el marxismo. También ha sido el más tiránico y genocida que haya conocido no sólo Europa, sino también el mundo. Y el primer país del mundo que se proclamó oficialmente ateo fue la Albania de Enver Hoxha, buen modelo. Según el marxismo, la ciencia descarta la idea de Dios, no existe moral propiamente hablando, y la historia se explica por la llamada lucha de clases. Conocemos sus efectos prácticos. Otro movimiento no menos ateo en el fondo fue el nazismo. Éste sustituía la clase social por la raza y también decía apoyarse en la ciencia, una mezcla de darwinismo (o interpretación de Darwin) y nietzscheanismo.
¡Excelsos legados, pardiez, y mucha paz han producido! No ya un filósofo sino un comentarista corriente ha de tomar en cuenta estos hechos si quiere hacer algo más que parlotear. Pero acaso el señor Zizek arguya que esos movimientos no eran "auténticamente" ateos, pues sustituían la creencia en Dios por alguna otra fe. ¡Lástima! Todas esas ideologías producen curiosas pugnas internas, en las que cada facción acusa a las otras de falsificar la auténtica doctrina científica. Nada me cuesta imaginar a Engels o a Lenin reduciendo a cenizas las pretensiones del señor Zizek y demostrando que es un charlatán "idealista", ajeno a un ateísmo "auténtico".
Con la misma desenvoltura, nuestro filósofo se pregunta "¿Qué ocurriría si sometiéramos al islamismo, junto con todas las demás religiones, a un análisis crítico, respetuoso pero, por esta misma razón, no menos implacable?". Hombre, señor Zizek, ¡a estas alturas! Ese "análisis crítico implacable" se viene realizando desde hace siglos, al parecer de modo un tanto inconcluyente, ¿de verdad no se ha enterado usted? A menos que usted haya logrado, por fin, la fórmula de la paz, la convivencia con "el otro" y la felicidad, ateísmo mediante. Si así es, le rogamos encarecidamente nos la explique, dejándose de preguntas retóricas. Mientras no lo haga, sólo podemos ver en usted la expresión de una fe ya bastante antigua. Una fe evidentemente trivial y pueril, por ajena a la experiencia histórica. Lo dijo Cicerón: "Si ignoras lo que ocurrió antes de que nacieras, siempre serás un niño".