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MONSEÑOR SEBASTIÁN SOBRE EL CARDENAL TARANCÓN

Las lecciones de un obispo sobre la democracia

La archidiócesis de Madrid, con la presencia del cardenal Rouco Varela y de un nutrido grupo de sacerdotes diocesanos, ha rendido un cumplido homenaje al cardenal Vicente Enrique y Tarancón, "apóstol de la renovación de España", como el se definía. Y lo ha hecho con la pluma y la experiencia de quien es uno de los baluartes de la propuesta cristiana, el arzobispo emérito de Pamplona monseñor Fernando Sebastián, que a la habitual lucidez en el discernimiento de las situaciones presentes suma la sabiduría de la mirada a la historia desde la atalaya de la dilatada experiencia.

La archidiócesis de Madrid, con la presencia del cardenal Rouco Varela y de un nutrido grupo de sacerdotes diocesanos, ha rendido un cumplido homenaje al cardenal Vicente Enrique y Tarancón, "apóstol de la renovación de España", como el se definía. Y lo ha hecho con la pluma y la experiencia de quien es uno de los baluartes de la propuesta cristiana, el arzobispo emérito de Pamplona monseñor Fernando Sebastián, que a la habitual lucidez en el discernimiento de las situaciones presentes suma la sabiduría de la mirada a la historia desde la atalaya de la dilatada experiencia.
Cardenal Tarancón

Monseñor Sebastián pronunció una conferencia no sólo sobre el cardenal Tarancón sino sobre la contribución de la Iglesia a la transición política, social, cultural de España y sobre las indiscutibles aportaciones de la Iglesia al advenimiento y la consolidación de la democracia en España; una lección indispensable para progres de primera y última hora. Frente a la frivolidad de no sólo los historiadores de la izquierda, que han limitado la contribución de la Iglesia a la democracia por la vía del marxismo trufado de teología liberacionista y de obrerismo clerical, y la amnesia de la clase política dirigente, que se considera heredera universal de quienes reivindicaran el poder del pueblo, el arzobispo emérito de Pamplona ha tirado de la manta y de los archivos y nos ha recordado cuáles fueron los cimientos de una contribución de la Iglesia toda a los fundamentos éticos y sociales de la democracia. Un capítulo de la historia presente que debiera figurar en letras de aprecio entre quienes están empeñados hoy en una deformada memoria histórica.

Sorprende que monseñor Sebastián iniciara su descripción de los perfiles de la psicología profunda del cardenal Tarancón afirmando que la guerra civil española marcó "definitivamente el alma de don Vicente y tuvo mucho que ver para su actuación durante su ministerio episcopal". Posteriormente sostuvo que el cardenal Tarancón no podría comprender "cómo y por qué hoy desde la izquierda, se nos dice que la Iglesia es un peligro para la democracia y las izquierdas, que entonces aceptaron como una buena solución la condición del Estado, hoy insisten en la necesidad de implantar un Estado positivamente laicista, inspirado en la desconfianza hacia el cristianismo y hacia toda religión como una favorable convivencia y bien común de la sociedad, de la sociedad en general y más en concreto bien común de la sociedad española, nacida y crecida en tomo a la unidad y la fecundidad de la fe católica".

La lista de los cimientos documentales de la Iglesia a los fundamentos de la España contemporánea es muy larga. Entre otros, debemos destacar el documento que promulgaron los obispos españoles en 1968, firmado en Roma, a los pocos días de haber concluido el concilio, Sobre la acción en la etapa posconciliar, además de La Iglesia y el orden temporal a la luz del Concilio (junio de 1966), Actualización del apostolado seglar en España (marzo de 1967), Sobre la libertad religiosa (enero de 1968), La Iglesia y los pobres (1970), Sobre la conservación de la fe (marzo de 1971), Sobre la vida moral del pueblo (junio de 1971), Vitalidad espiritual del pueblo cristiano (noviembre de 1971), Algunos aspectos de la situación religiosa en España (junio de 1972), Orientaciones pastorales sobre apostolado seglar (noviembre de 1972), Sobre la Iglesia y la comunidad política (enero de 1973) y La reconciliación en la Iglesia y en la sociedad (abril de 1975).

Contra los hechos no valen más que los hechos. La frivolidad y la ridícula prepotencia con la que algunos dirigentes progresistas de la izquierda, y algunos políticos algo menos oportunistas de la derecha, pretenden dar lecciones de democracia a la Iglesia se queda en una expresión del ridículo histórico después de oír a monseñor Fernando Sebastián hablar de la memoria de la Iglesia de memoria.

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