En cualquier caso, siempre caerán en el contexto cultural general y, como la holganza mental suele suplir al buen sentido, si lo que está en boga es que solamente hay materia y que no hay ni Dios ni creación, así se entenderán las palabras de quien haya hablado. Por cierto, cuando converso –al menos cuando lo intento– de estas cosas con la gente, salvo raras excepciones, suelo sacar la conclusión de que casi todo el mundo opina pero que, por lo general, nadie sabe de física, ni qué es materia ni qué creación. ¡Ah!, y cuántos ni siquiera saben dialogar y aún menos escuchar.
Tres afirmaciones de Hawking se destacaron. Según cuenta la prensa, en su opinión, las leyes del Universo "no dejan mucho espacio para milagros ni para Dios". ¿Cómo entender esto? Prescindamos de la obra científica de quien lo dijo e intentemos comprender esta frase y las otras dos como podría hacerlo un lego en física con criterio propio. Hay dos posibilidades. Una sería entender que debido al enorme avance que ha habido y sigue habiendo en el conocimiento de las leyes físicas (que explican solamente el funcionamiento del Universo material) poco queda inexplicado para lo físico. Por tanto, poco espacio resta para echar mano del fácil recurso al Deus ex machina para atribuir como causa de lo desconocido al milagro. Esto es algo tan elemental y tan obvio, por pocos conocimientos científicos que se tengan, que no hace falta que lo diga un profesor de Cambridge. Y, si es preciso que lo haga, ¡qué nivel cultural tenemos!
La otra posibilidad es concluir que al conocerse cómo funciona lo material ya lo sabemos todo y, como en ninguna ecuación cabe Dios, pues Éste no existe. Para lo cual, no entra para nada la física, sino el acto de fe por el cual se cree que toda la realidad se puede medir con las matemáticas y que sólo lo que se puede reducir a ecuación es real.
Vamos a por la segunda afirmación. "La ciencia está contestando cada vez más a preguntas que solían ser dominio de la religión". ¿De que religión? Si uno lee a los Santos Padres o una obra de la "oscura" Edad Media, como puede ser la Suma de Teología de Santo Tomás, o incluso los catecismos post-tridentinos de Astete o de Ripalda, se dará cuenta de cuáles han sido y siguen siendo las cuestiones del cristianismo. Curiosamente a ninguna de ellas responde la física y, desde luego, la física seria ni pretende hacerlo. Lo que ha habido a lo largo de la historia es que muchos han usado la religión tanto para un roto como para un descosido. Es de agradecer a los científicos que vayan achicando el espacio a los zurcidores con hilo ajeno.
Y la última. Hawking se muestra muy optimista con el avance de la física; según él, los progresos científicos permitirán "proveer pronto una respuesta definitiva a cómo empezó el Universo". Si se quiere decir que pronto se sabrá cómo fueron los comienzos del Universo, sólo cabrá discutir la confianza en los futuros logros, pues la Historia de la ciencia nos enseña que las respuestas van acompañadas de nuevas preguntas. Pero, en cualquier caso, hacia eso, entre otras cosas, debe caminar la física. Ahora bien, si se pretende decir que en fórmula matemática se podrá explicar por qué hay ser y no nada o cómo de la no materia se pasó a ésta, estaríamos entendiendo la física como alquimia o como religión.
Una de las características del hombre masa de Ortega es que no reconoce los límites de su saber. No es infrecuente encontrar personas sobresalientes en un campo que hablen sobre cualquier cosa como si de todo entendieran igual que de lo propio. El ignorante no sabe, el necio cree que sabe. Y luego está el que, por pereza, hasta comulga con ruedas de molino.