Tan sólo en 1991 fue consagrado obispo y ya en 1994, el Papa le nombró cardenal. Pocos días antes de su aniversario, el cardenal Swiatek concedió a la asociación católica internacional “Ayuda a la Iglesia Necesitada“ una entrevista exclusiva. Las preguntas son del protonotario apostólico Kazimierz Piwowarski.
Eminencia, usted ha definido la devastación espiritual y los graves daños que ha sufrido el alma de las personas como la consecuencia más funesta de la dictadura comunista. ¿Cuál es hoy, trece años después del desmoronamiento de la Unión Soviética, la situación en Bielorrusia?
Los setenta años del régimen comunista y ateo han dejado en el alma de las personas un gran vacío espiritual. En aquella época se intentó separar a las personas de Dios y la fe, ofreciéndoles en su lugar algo que todos sabían que no era toda la verdad y que no necesitaban. La caída de la Unión Soviética dio pie a grandes cambios: la persecución de los cristianos tocó a su fin, se restituyeron bienes eclesiales que habían sido confiscados y se otorgaron permisos para la construcción de iglesias. Hoy por hoy, los niños y jóvenes pueden ir a la iglesia y recibir clases de Religión. También la propaganda atea y antirreligiosa ha desaparecido y gozamos de una, al menos relativa, libertad religiosa.
¿Estaría justificado hablar de un renacimiento de la Iglesia?
Efectivamente, en Bielorrusia podemos constatar que ha renacido la Iglesia católica. Se han construido muchos templos nuevos y el número de sacerdotes ha crecido. Principalmente gracias a un considerable número de sacerdotes polacos, ha surgido una jerarquía eclesial: contamos con 4 diócesis, 4 obispos y un cardenal. Bielorrusia tiene su Conferencia Episcopal y 2 seminarios mayores con más de 100 futuros sacerdotes. La participación de la juventud en las misas es considerable y también los creyentes jóvenes reciben frecuentemente los sacramentos; sobre todo, se confiesan y comulgan. Las parroquias ofrecen clases de Religión y también hay una prensa eclesial y una editorial católica. Esta evolución tan positiva indica que en Bielorrusia estamos presenciando un renacimiento de la Iglesia.
¿Siguen las autoridades gubernamentales poniendo hasta hoy –de forma abierta o encubierta- obstáculos en el camino de la Iglesia?
Ése es un tema peliagudo, sobre el que puedo decir lo siguiente: en Bielorrusia se ha promulgado hace poco una nueva ley sobre las confesiones y agrupaciones religiosas que, por desgracia, acarrea algunas limitaciones a la actividad religiosa. Así, por ejemplo, las parroquias deben registrarse y los sacerdotes extranjeros precisan de un visado para entrar en el país y tienen que renovar cada año sus permisos de residencia. Como consecuencia, apenas han llegado sacerdotes extranjeros en los últimos tiempos. Aparentemente, esta ley tiene por objeto normalizar las relaciones entre el Estado y la Iglesia, pero, eso sí, de la forma en que lo quiere el Estado.
Una y otra vez nos llegan noticias de los países de Europa del Este y la ex Unión Soviética que nos dicen que el ateísmo teórico del comunismo ha sido reemplazado por el ateísmo práctico del materialismo occidental. ¿Qué opina usted de esta afirmación?
Bielorrusia ya está libre del ateísmo teórico, pero la influencia del materialismo occidental es cada vez mayor, y así es como surge la posibilidad de una transición a un materialismo práctico. No obstante, resistimos porque estamos muy enraizados en la tradición religiosa. Las raíces cristianas no son tan fáciles de eliminar. Gracias a ello, la influencia de Occidente encuentra resistencia y no es demasiado grande. Y por ello, puedo afirmar que la esperanza en el porvenir de la Iglesia está justificada.
¿Cómo son las relaciones entre las Iglesia católica y la Iglesia ortodoxa en Bielorrusia?
Oficialmente son normales, pero el acercamiento que tuvo lugar tras la caída del Telón de Acero se ha estancado. Por lo general, hoy los clérigos ortodoxos ya no responden a las invitaciones de los sacerdotes católicos. Sin embargo, en raras excepciones aún acuden a una iglesia católica con ocasión de algunas festividades.
¿Qué importancia tiene para la Iglesia bielorrusa el apoyo de la Iglesia Universal? ¿Y cuáles son las prioridades, para los dos próximos años, de las dos diócesis que le han sido encomendadas?
Dada la difícil situación económica que atraviesa Bielorrusia y la gran pobreza de grandes partes de la población y, por tanto, también de los católicos, nos resulta bastante difícil mantener iglesias, sacerdotes, parroquias, seminarios mayores y la prensa católica. Desde Occidente nos llega una generosa ayuda, y quisiera destacar aquí la de "Ayuda a la Iglesia Necesitada". En nombre de la Iglesia bielorrusa y de todos sus sacerdotes y creyentes, quiero aprovechar la oportunidad para manifestarles a todos los bienhechores nuestra profunda gratitud: ¡Que Dios se lo pague!