En los últimos años, algunos países de Hispanoamérica han sido noticia frecuente, no siempre halagüeña, en nuestros medios. Venezuela, Bolivia, Cuba… han dado que hablar, por distintas actuaciones de sus presidentes. La mezcla de populismo, demagogia y dictadura que tienen en común ligan en España con el talante y el apoyo de Rodríguez Zapatero. El último representante público en pasar por España fue el indigenista cocalero Evo Morales, recientemente electo presidente de Bolivia.
Bolivia es uno de los países más pobres y endeudados de Hispanoamérica. Los ingresos per cápita no llegan a los 60 euros mensuales, y en la zona rural sólo un tercio de la población dispone de acceso al agua potable. Son necesarias grandes transformaciones estructurales para ayudar al pueblo a salir adelante, de una manera sostenible. Esto no se consigue si no es con la acción conjunta de la iniciativa interior y la inversión y apoyo exteriores. En todo caso, es indispensable que las decisiones tengan como finalidad la defensa del bien común de todos los ciudadanos.
Los obispos de Bolivia, reunidos en la LXXXII asamblea plenaria, celebrada en Cochabamba, el pasado 3 de mayo, enviaron un saludo de esperanza y de gozo, en forma de comunicado, como acompañamiento a todo el Pueblo de Dios que camina en tierra boliviana.
Como no podía ser de otro modo, los obispos se pronunciaron sobre la dimensión moral de la nacionalización de los hidrocarburos, una decisión que afectó gravemente a empresas españolas. Los obispos creen que esta disposición quiere ser el cumplimiento de la voluntad de la población, expresada mayoritariamente en el referéndum vinculante de julio de 2004. No obstante, afirman:
"Confiamos en que esta medida pueda implementarse en el marco de la equidad y la justicia, evitando la corrupción y la mala administración que conocimos en las empresas estatales del pasado. Que los beneficios redunden en bien de todos los sectores del país y, de manera especial, de los más pobres y desprotegidos de la sociedad".
Intuyo en sus palabras una gran dosis de prudencia y escepticismo. A renglón seguido, los obispos bolivianos recuerdan que, en momentos tan decisivos para la patria, "todos los bolivianos están llamados a actuar con cordura y serenidad, dentro de un auténtico espíritu democrático y en un clima de paz, salvaguardando los intereses del país sin perjuicio de su inserción en el contexto de las naciones".
Los obispos insisten en los temas que atañen a las relaciones de la Iglesia con la sociedad y con el Estado, al papel que la Iglesia Católica y otras iglesias han jugado en la conformación histórica de Bolivia y su contribución en la formación de la Nación, para reclamar el reconocimiento de la realidad jurídica de las mismas y su participación en el desarrollo social. No se trata de reclamar privilegio alguno, sino de reconocer, junto a la realidad histórica y cultural, el estado jurídico que la Iglesia posee por su peculiar naturaleza, y que pueda suscribir convenios de cooperación con el Estado relativos a obras sociales, atención a los más pobres y promoción del desarrollo social, al igual que otras iglesias y denominaciones religiosas.
Además, en concordancia con la defensa que la doctrina católica hace de la libertad religiosa, entendida como "derecho a vivir en la verdad de la propia fe y en conformidad con la dignidad trascendente de la propia persona", el episcopado boliviano pide que la nueva Constitución sobre Derechos y Garantías de los bolivianos recoja este derecho fundamental en todo su alcance, como es propio de una democracia moderna. Existe el riesgo claro de desmantelamiento de la actual estructura política de Bolivia para convertirla en un comunismo indigenista. De llevarse a cabo, estaríamos seguramente ante un retroceso grave para la democracia real en Hispanoamérica.
La Iglesia, en Bolivia y en todas partes, encarna históricamente la misión evangelizadora de Cristo. Por eso no puede tapar los ojos y desentenderse de los procesos políticos, sociales, económicos y culturales, de los cuales depende el presente y el futuro del pueblo, sobre todo de los desfavorecidos y los más vulnerables. Por este motivo la Iglesia expresa su deseo de colaborar con la comunidad política en la "construcción de una Bolivia para todos".
Con esta convicción, la Conferencia Episcopal Boliviana, con la financiación de Ayuda a la Iglesia Necesitada, decidió regalar una Biblia y un Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia a cada uno de los diputados de la Asamblea Nacional, con la intención de despertar la conciencia de todos los representantes del pueblo. Con esta iniciativa y este gesto, la Iglesia está para lo que está: para defender la dignidad de la persona, la justicia, la paz, la libertad y la vida.